El precio de la felicidad

IV

Desde aquel día en que se presentó la nueva creación, nadie podía dejar de hablar sobre eso. Principalmente los que no eran de clase alta. Sentían que por primera vez podrían ser escuchados. Tendrían una vía para poder expresar sus sentimientos, pudiendo liberarse de la carga de guardar todo dentro de ellos. Rosalía es una de las personas que se sentía super mal por esto. Sentía impotencia al ver como los más ricos podían disfrutar de su felicidad mientras que los demás observaban de lejos. Simplemente porque no tenían el dinero suficiente para comprar una moneda que llegue hasta el color blanco.

Un X0-9 tiene la capacidad de conectarse a la moneda de su dueño, sincronizandose entre ambos. Si alguien experimenta una emoción intensa, la moneda enviará una señal a este, y así es como se mantiene al tanto de la situación emocional de la persona. De esa manera es que te puede brindar apoyo emocional. También es una buena manera de que se cree una conexión más profunda entre ambos, pero lo más importante, si el robot detecta una emoción fuerte, podría ayudar a mantener el equilibrio de esta o incluso a intensificarla.

Elena había llegado a casa con Noah por primera vez. A lo lejos escuchaba cómo resonaba el piano por toda la casa. Era Rosalía tocando su pieza favorita, La Valse d'Amélie. Cuando vio esta película por primera vez se dio cuenta de que, tanto la protagonista como ella tenían las mismas ambiciones. Ayudar a otras personas a arreglar sus vidas.

La doctora llena de orgullo entra a la sala donde se encuentra su hija. Esta dejo de tocar al escuchar los pasos. Le da la bienvenida a su madre con una sonrisa, por igual a su nuevo compañero.

–Espero que hagan un buen equipo.- dijo abrazando a Rosalía-

–Gracias, mamá.- respondió-

Noah también tenía una expresión que se asemejaba a una sonrisa. Sus ojos artificiales reflejaban su determinación por cumplir con su propósito. Este, junto con Rosalía fueron a conocer su nuevo hogar. Era una nueva etapa en la vida de ambos. La conexión entre ellos era evidente, y el robot estaba listo para desempeñar su papel como un apoyo emocional. Rosalía, agradecida con el regalo de su madre, no podía esperar para compartir sus emociones y pensamientos con su nuevo amigo.