01 - Hueles a flores y cosas lindas.

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Algo olía a primavera. Sowon estaba casi segura que no eran las flores que había cortado. Pero quizás, podía ser su efecto lo que le ponga tan tonta. Su olfato es mejor que el de un beta o un omega. Pero eso no justifica el hecho de que haría lo que fuera por ese olor. Aun así, sí llegaría a caerse por un precipicio, o tal vez dejarse tragar por una ballena, o tal vez dejarse atacar por millones de gatos que la confunden con una bola de estambre.

Los pensamientos idiotas que tiene demuestran el nivel de estupidez en la que la dejó un simple ramo.

Ahora, ella estaba parada en medio de la fiesta, cerca de un sofá, donde había estado bebiendo alcohol. Solo que en ese momento estaba olfateando el aire en busca de quién o qué olía tan bien. Le hacía acordar a cuando era niña y su mamá hacía galletas, ella olfateaba su camino desde donde estaba hasta las deliciosas galletas.

Parece una idiota y quizás lo era, muchos entenderían lo que le estaba ocurriendo ahora.

En el mundo de los lobos y más específicamente, en el de las alfas, quienes tienen mejores olfatos, se podía cambiar fácilmente la frase "amor a primera vista" por la de "amor a primer olor". Aunque no sonara muy bien.

Sowon se percató que estaba en una fiesta donde hay compañeros de la universidad, amigos, conocidos y gente que se podría burlar de ella por décadas en ver cómo le afectó una simple bebida, así que abrió los ojos y se enderezo. Comenzó a buscar disimuladamente, o lo que más podía, por lo menos, al dueño o dueña de ese olor. Caminó por el primer piso con lentitud, tenía la excusa de haber bebido por estar pareciendo una rara.

Porque sí que se veía rara, vagando por la fiesta cual zombie buscando cerebro.

El olor a flores, primavera y cosas lindas, que le hacía acordar al aroma que tenían las galletas que preparaba su mamá cuando era niña, la llevó hacía una omega: chica de lindos ojos azules. Ojos azules que le hacían acordar más a un mar con una playa desierta, que a un prado lleno de flores donde podría saltar y ser estúpidamente feliz, que era lo que se imaginaba con su olor.

La omega estaba recostada en un sofá blanco, en el piso de arriba, con su teléfono en mano y su mirada concentrada, su ceño levemente fruncido. Parecía maleducada y grosera, o que solo quería estar cómoda, porque cada vez que alguien o una pareja se sentaba al lado suyo, ella los pateaba.

Sowon sonrió divertida al verla hacerlo.

Se quedó viéndola de lejos como una demente por varios minutos, hasta que se decidió por no ser tan rara y se acercó. Le dijo "hola", con una potente e impresionante voz gruesa, ronca, pero la omega ni siquiera volteó a verla. Frunció el ceño.

Tosió falsamente, intentando llamar nuevamente su atención, pero no lo consiguió. Su último recurso fue tocarle el brazo. La omega levantó la mirada y la observó atentamente, esperando a que hablara. Tenía sus ojos entrecerrados, intentando lucir intimidante. Sowon creía que se veía linda y divertida.

Se quedó viéndola como demente de nuevo, por segundos esta vez, hasta que la omega levantó una de sus cejas, impaciente, al parecer.

—Hueles rico —soltó, sintiéndose idiota al escucharse— ¿Puedo olerte?

Mordió su labio inferior, sintiéndose el doble de idiota. En serio ¿Qué le ocurría? Nunca fue tímida, al parecer la bebida y el olor a primavera la atontaba.

La omega soltó una risa.

—Puedes hacerlo —dijo, con una sonrisa divertida en sus labios— pero estoy jugando, así que no me molestes.

—Está bien —respondió Sowon, antes de, sin permiso de la omega, tirarse encima de ella en el pequeño sofá.

Se acomodó de modo que su rostro quedara escondido en el cuello de la más pequeña. No tenía apoyado su cuerpo, apoyaba su peso en el sofá, con ayuda de sus brazos y piernas.

Respiró su olor, cerrando los ojos y llenándose hasta el dedo más chiquito del pie con su esencia.

—¿Qué juegas? —preguntó, su voz pesada e ida. No sonando para nada a como le habló hace un rato, nerviosa e irreconocible.

—Un juego de granja —soltó sonando como quién está haciendo algo que le fascina y le distraen de ello. Sowon creía que eso mismo acababa de pasar— dije que no molestaras.

—Okey... —murmuró Sowon, sus palabras haciendo cosquillas en el cuello de la omega. La chica se retorció bajo suyo— ¿Qué es un juego de granja?

—Un juego donde cuidas animales y cultivas frutas o... papas —le contestó, como si fuera obvio y debería haberlo aprendido en jardín de infantes.

Sowon asintió contra su cuello.

Bien, ¿por qué estás en una fiesta jugando tú granja? —preguntó, de nuevo interrumpiendo su juego.

—Porque quise venir. El chico que me gustaba vino, pero se está tirando a alguien arriba —murmuró molesta, su ceño fruncido. Sowon le perdonó el hecho de que vino por otro alguien porque se veía adorable así— Pero la verdad, es que hubiera preferido haberme quedado en mi casa a cultivar mi huerto, ver una película o leer una fanfic sin que una alfa idiota me haga preguntas.

Sowon soltó una carcajada divertida.

—Perdón —pidió, pero volvió a interrumpirla— ¿Cómo te llamas?

Eunha —contestó y no le molestó que no le haya pedido su nombre porque sabía el suyo.

—Bien, te dejaré jugar en paz —murmuró, con una sonrisa suave en sus labios.

—¡Por fin! —exclamó, sonriendo amplio y Sowon no se ofendió, se alegró de haber visto su sonrisa; que, ahora sí, lucía a un prado lleno de flores, donde podía saltar y ser estúpidamente feliz.

Eunha olía a primavera y cosas lindas, tenía unos ojos de mar con playa desierta y una sonrisa de un prado lleno de flores, donde podía saltar y ser estúpidamente feliz. A Sowon le gustaba la variedad de ecosistemas y estaciones.

Cerró los ojos, acercando su nariz a su cuello y disfrutando de la primavera.

Se quedó dormida encima de la omega.




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La primavera florece en tu piel (Wonha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora