Kakashi Hatake—Sí, es correcto, nosotros nos haremos cargo. — dijo Koharu un poco estresada. —Debería ser más atento al detalle, Hokage-sama.
—Pero, yo ya tengo a mi pareja. — dije firme tratando de no doblegar ante la perspicaz mirada de la vieja.
—Lo sentimos, ya le dimos dos semanas para eso y usted nada más no. Le presentaremos a su prometida mañana a medio día, más le vale estar presentable y darle un detalle porque ella si es una mujer de valor. No como la médica que trae en mente, si no me equivoco.
Sabían más de lo que pensaba. Y eso era un problema pues si ven que insisto con Shizune son capaces de quitarla del mapa para que me centre en la otra mujer.
—¿A medio día? Lo siento, no puedo. A esa hora tendré un desayuno con el señor Feudal. — dije sonriendo, sus planes estaban entorpecidos.
—Que ingenuo es Hokage, su prometida es la hija del señor feudal. Lady Hoshi. Mañana tendrá un desayuno con ellos.
A mi mente llegó la esposa del señor feudal, ella era una mujer algo irritante. Se aprovechaba de su puesto en su totalidad, eso significaba que por supuesto su hija era igual.
—Ni siquiera la conozco. — respondí sincero.
—Me sorprende, ella es una mujer muy conocida entre las naciones, Hokage.
Algo dentro de mí se movió, si esa mujer era alguien así de conocida traería problemas. Mi plan era casarnos y al mes divorciarnos.
—Debes también de ver el lado bueno de esto. La aldea se aliará con los feudales, piénsalo, nos irá mejor. — añadió Koharu.
Y ahí me encontraba en la florería Yamanaka buscando unas flores para Hoshi, la hija del importantísimo señor feudal. De cierta manera no debíamos de ser descortés con ellos pues de su dinero salían para las inversiones de Konoha, les debíamos muchísimo.
Ya me había resignado por completo. Debía casarme sí o sí. Shizune no estaba aquí, se había ido de viaje con Tsunade así que las posibilidades de estar con ella eran nulas.
—¿Kakashi-sensei? — preguntó cierta voz conocida.
Volteé tras de mí y ahí estaba Sakura junto a Hinata, podía ver algo de impresión en sus ojos al verme en tal lugar.
—¿Qué está haciendo aquí? — me cuestiono mientras alzaba una ceja.
—¿Compro flores? — respondí como si fuese lo más obvio del mundo.
—¿Y ... para quién? — volvió a cuestionarme mientras una sonrisa aparecía en sus labios.
—Hokage-sama, aquí están sus flores. — preguntó Ino entregándome un ramo de margaritas.