una vez

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A veces me gustaría poder borrar mi memoria las partes de mi vida que yo elija, editar y solo dejar los buenos recuerdos, quitar todo lo que lamentamos.
pero soy consciente que nada es para siempre, todo se desgasta, todo se desvanece, envejece y arruina.
vivimos a base de sentimientos y momentos temporales.

en la habitación retumba el sonido seco que hace mi lápiz al golpear en la libreta, las gotas de lluvia chocan contra la ventana y mis ojos fijos en la hoja blanca,  intente escribir durante varios minutos pero nada se me ocurre.

intenté por mucho tiempo seguir haciendo lo que tanto me gustaba pero ya no le veía sentido a muchas cosas, las palabras ya no cobraban sentido, no tenía color ni sentimientos.

las páginas en blanco se sentían como una burla, pensaba en todas las líneas escritas en el pasado y esta situación se veía como una broma de mal gusto, ya no se sentía igual, ya nada se sentía como antes.

recuesto mi cabeza sobre el escritorio y cierro mis ojos, pensado como había cambiado mi vida, la madelaine de hace un año atrás se hubiera pasado horas plasmando historias y buscando la forma perfecta de crear poesía.
hubiera plasmado cientos de mundos maravillosos en un par de horas para correr hacía su mejor amigo y pasar otras cuantas horas hablando de eso.

un recuerdo llega a mi mente, lo veía tan claro como si lo estuviera viviendo otra vez.

-cuando la noche llega, las luces del castillo se apagan, la princesa llora en silencio por la perdida de su rey, ése rey de corazón vacío. Ella deseaba ser su reina pero nunca llegó a ése lugar, porque alguien más ya tenía la corona, una corona que nunca le había pertenecido a ella- el chico estaba sentado en el suelo mientras escuchaba atento la historia de la chica, preguntándose quién había causado tanto dolor como para que aquella historia fuera creada.

-¿Qué hizo la princesa?- preguntó con curiosidad.

-murió por amor- dije distraída, samu no quedó conforme con ésa historia.

-¿Porque murió por amor?, Nadie muere por amor- lo miré unos segundos y al ver la pequeña arruga que se formaba entre sus cejas al fruncir el seño en modo de disconformidad, sonreí.

-cuando te enamoras tan perdidamente, cuando lo das todo por ésa persona y de un momento a otro termina, la realidad te golpea tan fuerte que una parte de ti muere- camine hasta quedar frente a él y acariciar su rostro, este se suavizo ante tacto.
-mis historias no tiene finales felices, samu- el chico me observa con fascinación.

-tus historias son increíbles, tengan o no un final feliz- sonreí orgullosa.

-y estaré encantada de contarte cientos de historias- Samuel tomo mi mano.

-y yo estaré encantado de escuchar- ambos reímos y él me abrazó.

no creí que mis propias palabras del pasado cobraran sentido, pero había dicho tantas verdades si saberlo, porque era verdad, nadie muere por amor, pero la realidad es una cruda y asfixiante que una parte de ti muere, y ya nada vuelve a ser lo mismo.

alejé las lágrimas que intentaban salir y me levanté del escritorio, necesitaba tanto uno de los abrazos de Samuel, caminé hasta mi cama y me recosté sin muchas ganas, mis ojos fueron a la ventana y la lluvia seguía cayendo sin parar, la noche estaba tranquila y las nubes opacaban el cielo haciéndolo lucir de un denso color negro.


tu mirada se refleja en mi mente cada noche antes de dormir.
esos ojos tan llenos de vida que alguna vez estuvieron desbordados de esperanza y hoy no son más que un recuerdo.

un dolor punzante se instala en mi cabeza y abro los ojos de manera repentina, las lágrimas se deslizan por mis mejillas y las pesadillas vuelven otra vez a mi, ya era rutina que ellas atacarán mi mente.

respiro varias veces intentando calmarme, observo el reloj que esta sobre mi mesa de noche y este marca las 2:30 am, solo logré dormir dos horas.

sabía de sobra que no podría reconciliar el sueño otra vez.

dejo las sábanas a un lado y camino hacia la puerta, el pasillo está frío y oscuro, todo está en un silencio sepulcral, bajo las escaleras sin hacer ruido, el suelo de madera se siente helado bajo mis pies, salgo por la puerta principal y la calle está igual de silenciosa y vacía.

Camino hasta un banco de madera que hay junto a la casa, me dejo caer en el y recuesto mi cabeza en el borde, el cielo está lleno de estrellas. Todas brillando a su manera, cada una de ellas conservando su propia belleza, me pregunto si algún día podré ser como una de ellas.

Estaba llena de defectos, no esperaba arreglarme pero debía seguir... Para demostrarle a él, que no soy tan débil como creía.

Mis ojos vuelven al cielo, la luna se luce en lo alto tomando su papel protagónico en la historia. Solo ella sabía lo que ocultaba en mi triste y vacía vida, las cicatrices que ocultaba y sólo ella apreciaba.

Quizás era su manera de demostrar que estaba rota y era irreparable...

-y terminaste eligiendo la soledad- oigo su voz a mis espaldas y no me molesto en voltear, tampoco dejo de mirar al cielo, no necesitaba hacerlo... No quería que él lo descubriera. volver a escucharlo cerca de mí después de tanto tiempo causaba varias emociones en mi pero mi desgaste era mayor que cualquier cosa.

-quizás es porque me siento en casa, justo aquí- siento como su cuerpo se acerca al mío, sé lo que está haciendo y no me sorprendo cuando una de sus manos toma mi mentón.

-¿quieres dejar ya de fingir?- sus ojos conectan con los míos, hay tantas emociones a través de ellos que producen un gran impacto en mi.

-conocemos el abismo... Lo veo en tus ojos. Compañeros de la misma soledad tal vez...- me regala una débil sonrisa y niega varias veces.

-sé que es difícil pero hasta cuando vamos a fingir que nada pasó, ¿ hasta cuando vamos a sufrir en silencio?- quito su mano de mi cara con delicadeza y me pongo de pie frente a él.

-las cosas son mejor de esta manera, nadie sufre y las cosas van bien- lo decía más para convencerme a mi misma.

-nada está bien, mad- su mirada está fija en algún punto de aquella calle desolada, su expresión es neutra y el azul de sus ojos se vuelve oscuro por el contraste con las luces de la casa.
-nada en nosotros está bien, se que duele como la mierda, pero no puedes fingir para siempre,  te conozco y se que sigues siendo la misma madelaine llena de sueños que quería todo en la vida- le doy la espalda y antes de caminar de nuevo dentro de la cada le contesto.

-esa madelaine murió hace tiempo, desde que tu hermano no esta se llevo la poca esperanza que había en mi- y sin darle tiempo a responder entré otra vez a casa.

mi error fue dejarme llevar por mis emociones, sentía cada una de ellas como si desgarraran mi interior, no quería llorar pero mis ojos estaban inundados de tristeza.

los recuerdos pesan demasiado.

la misma soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora