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Minho suspiró frustrado mientras tomaba su café y leía algunos documentos en su computadora

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Minho suspiró frustrado mientras tomaba su café y leía algunos documentos en su computadora. Era un nuevo día, lleno de trabajo y cosas que hacer, pero ahora mismo lo único que esperaba era que no fuera tan destrozo como el anterior.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de Seungmin, la última persona que quería ver en ese momento. El omega entró a la gran cocina con los ojos hinchados por sus largas horas de sueño y soltando unos leves bostezos.

—Buenos días, Minho. —saludó con normalidad, como si no hubiese querido escapar el día anterior, como si no ocupara los pensamientos de Lee las veinticuatro horas del día, aunque bueno... eso no tenía que saberlo.

—Buen día. —Minho carraspeó, soltando esas palabras de la forma más fría e indiferente posible.

Cerró su portátil y la guardó en su maletín, no terminó de tomar el café y simplemente salió de la cocina, dejando a un confundido Seungmin de pie en medio del lugar.

—Tonto... —Lee se susurró a sí mismo, saliendo de la casa hacia su auto.

Se supone que iba a cambiar su actitud con el omega y la idea no era mostrarse nervioso, solo que Seungmin tenía un gran efecto en él y no podía negarlo más. Minho soltó un suspiro por veinteava vez en un par de horas y se subió a su auto para comenzar otro día de trabajo.

Mientras que por otro lado, Seungmin se sentó en la silla donde el alfa había estado minutos antes, pensando en por qué el repentino ¿enojo? e indiferencia del contrario. Bueno, realmente podía deducir que estaba enojado por su intento de escape el día anterior pero nadie podía culparlo, cualquiera en su posición lo hubiese intentando. Sin embargo, intentó ignorar el sentimiento feo apresado en su pecho al recordar los ojos fríos del alfa.

Caminaba por el lugar preparando el desayuno para él y su hija pero con el alfa ocupando cada lugar de su mente.

Seungmin suspiró, este sería un día largo.

La cabeza había estado matándolo de dolor todo el día, tanto que ni siquierapudo concentrarse en realizar su trabajo de buena manera, por lo que dejó a Ryujin, su asistente, a cargo de lo poco que quedaba por hacer en la empresa

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La cabeza había estado matándolo de dolor todo el día, tanto que ni siquiera
pudo concentrarse en realizar su trabajo de buena manera, por lo que dejó a Ryujin, su asistente, a cargo de lo poco que quedaba por hacer en la empresa. A las tres de la tarde, aproximadamente, salió del lugar para regresar a casa.

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