Capítulo 2

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El camino en si no representaba muchas dificultades y al paso que íbamos no tardaríamos demasiado en llegar a Aquamarine.

Pasadas unas horas, cuando las dos lunas alcanzaron su punto más alto armamos un pequeño campamento en medio de una llanura, Kairos y yo no habíamos intercambiado muchas palabras en el camino y honestamente no parecía que fuéramos a hacerlo en lo que restaba del viaje. Me recosté a un costado de Akillari aprovechando el calor corporal que emanaba la gata; miré al vampiro, no parecía dar indicios de querer dormir pronto, miraba pensativo la fogata que chisporroteaba de vez en cuando consumiendo madera y me pregunté si pensaba quedarse despierto toda la noche.

—Duerme, me quedaré vigilando— dijo en voz baja como si me hubiera leído el pensamiento.


Kairos

Era difícil tratar de dormir en las noches después de una vida acostumbrado a estar despierto a estas horas. El tronar de la fogata era el único ruido que me acompañaba en mi vigilia, Eclipse se encontraba despierto no muy lejos de nosotros, él era el único recuerdo que me quedaba del hogar que tanto extrañaba, extrañaba todo, a mis padres, mi pueblo, incluso los tediosos pasillos del palacio.

Recuerdo perfectamente el día en el que todo se fue a la mierda "El heredero al trono ha sido desterrado" fue el titular de los periódicos un día después de que saliera a la luz mi inmunidad al sol, solo eso bastó para que todos olvidaran todos los años de servicio que mi familia y yo les habíamos entregado como familia real, mi vida entera había girado en torno al bienestar de mi reino y solo me fue recompensada con desprecio, las personas se cegaron con falsas acusaciones en mi contra que afirmaban que mi inmunidad al sol era un mal presagio para el reino.

Mi destierro fue solo una pantalla para esconder que en realidad había sido condenado a muerte por la corte, había logrado escapar de mi muerte gracias a mi madre y miembros de la servidumbre que aún les eran leales a mis padres.

Ahora era un fugitivo de mi nación, un cabo suelto que la corte real no pensaba dejar con vida por lo que la constante sensación de sentirme acechado se volvió otra razón más para no poder dormir tranquilo.

Cuando los primeros rayos de sol comenzaron a aparecer la gata azul desapareció en el horizonte dejándome solo con el brujo que dormía plácidamente a un lado de los restos de la fogata.

Aquel hombre era inusual, de un inicio el simple hecho de que fuera un brujo me parecía imposible por la ideología de los aquelarres, segundo, su vestimenta era más la de un explorador que la de un brujo, no llevaba todas esas joyas, cráneos, piedras y plumas que acostumbran las brujas. Lo único que me confirmaba su linaje era el dije de obsidiana que colgaba en su cuello y la línea que atravesaba su cara de manera horizontal, ese tipo de marcas de nacimiento eran exclusivas de las brujas. Después estaba esa mancha negra que cubría toda su mano derecha llegando al antebrazo e incluso el hecho de que un gato gigante azul lo acompañe es inusual, no había visto una criatura como esa en ningún libro.

El alarido de un ave me sacó de mis pensamiento, Élian despertó alarmado y me miró en busca de respuestas a lo que yo simplemente encogí los hombros.

El castaño tomó su bolso y salió corriendo en dirección al ruido —¡Hey, espera!— me puse el gorro de mi gabardina, tomé mi caballo y lo seguí. La escena que encontramos era un tanto complicada. La gata (la cual había desaparecido en algún punto de la noche) tenía entre sus patas una extraña ave que luchaba por escapar y una elfa le apuntaba al felino con un arco.

—¡Nooo!— gritó el brujo interponiéndose entre la gata y la flecha.

La mujer en cuestión tensó más el arco —¡Muévete!—.

Canto entre Estrellas y la Luna EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora