Cap 4: Entendimiento táctico

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En el transcurso de las horas me adapté a mi pequeño lugar. Mi sitio se sitúa al lado de Tae por lo que facilitó mucho mi trabajo. Cuando trabajaba para Euphoria, solo era secretario de Taemin. Este es mi primer trabajo como editor, y debo decir que hasta el momento todo estaba yendo bien. En la hora del almuerzo Tae me llevó a la cafetería de la planta superior donde me presentó a algunas personas del trabajo. Me había dicho que sus amigos pidieron licencia por un par de días para ir a una convención de editores y el día de mañana regresaban. El se encontraba emocionado de ello. Y yo me moría por conocerlos.

Ahora, luego del almuerzo y con pocas horas para que la jornada termine, mis ganas de tomarme un descanso de nuevo me asaltan. En todo el día lo único que he hecho es leer, leer y leer. Los manuscritos digitales enviados al correo de la editorial son mucho más fáciles de valorar que los que son enviados en físico hasta aquí. Estos tienen que pasar por un filtro del que no estoy muy seguro de entender, pero gracias a la poca distancia que estoy de mi hermano, puedo preguntarle por ello cada vez que una duda me asalta.

En un momento dado decido dejar un manuscrito que habla de la soledad, mi peor aliado, y me acomodo en el asiento. Me froto las sienes con las yemas de mis dedos tratando de sacar la acumulación de estrés que me ha invadido en solo unas horas.

Jungkook no ha salido de su oficina. Desde que salí de allí, el único avistamiento que noté fue a Hoseok saliendo de allí para luego entrar en su oficina. Luego de aquello, no ocurrió más.

Por supuesto he visto a algunas personas entrar y salir de esas oficinas con frecuencia, pero nada ha hecho que ambos salgan de sus lugares.

He estado más pendiente en aquella puerta que en el manuscrito que reposa sobre mi mesa.

Por el rabillo de mi ojo veo que Tae saca un pañuelo desechable de su bolso y se suena la nariz. Es la tercera vez que hace eso en una hora. Debo admitir que el aire acondicionado de este lugar ha logrado que me dé escalofríos.

Cada poco tiempo reviso mi celular para ver la hora. Solo quedan dos horas, pero a mí aquello se me hace eterno. A pesar de la distancia, puedo sentir como si hubiera un campo electromagnético entre la oficina de Jungkook y yo. Tae ha notado mis miradas robadas hacia ese lugar en concreto, pero no me ha dicho nada, por suerte. Sé lo insistente que puede llegar a ser mi hermano.

Miro la mesa y recuesto mi codo sobre esta, poniendo mi mano sobre la madera para apoyarme mientras contemplo las palabras que frente a mí se difuminan.

Escucho a mi hermano estornudar con fuerza. Algunas personas de alrededor le responden, al mismo tiempo que yo.

—Salud —digo sonriendo al ver que levanta la cabeza y noto su nariz roja. Sus ojos están vidriosos, al igual que sus mejillas sonrojadas. Parece acalorado, pero no hace más que temblar—. Dios mío, Tae, ¿en qué momento te enfermaste?

El entrecierra sus ojos.

—Se pasaron con el aire acondicionado. —Voltea para buscar el botón de aquello, pero no está a la vista, por lo menos no en la nuestra—. Siento como si estuviéramos a diez grados. Te apuesto que afuera está a treinta.

Miro las mamparas de vidrio que nos separan la vista del edificio, sabiendo que afuera el sol brilla por ser verano. Tiene razón. Afuera hace muchísimo calor y aquí parece invierno. No hay nada que pueda hacer así que le paso un pañuelo desechable nuevo de mi bolso porque el ya se ha acabado los suyos.

Aquella fricción que hace Tae al sonarse la nariz con el papel aumenta el color rojo en su nariz, como si la irritara, pero a el no le importa, con tal que no se asomen los mocos.

Entre las sabanas |Kookmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora