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El sonido del contrabajo y las trompetas llenaron sus oídos y dibujaron una sonrisa en sus labios, ya no era la música de moda pero él había crecido con ella, el Jazz, adoraba escuchar Jazz a todo volumen en su casa mientras dejaba su cuerpo ser y liberaba sus frustraciones con la pintura sobre la tela, dibujar al ritmo de la música era tan satisfactorio que podría pasar horas y horas reproduciendo el mismo disco una y otra vez sin parar únicamente para terminar una obra, podía pasar noches enteras así sin detenerse, amaba dejar pinceladas al ritmo del piano y las trompetas, cada instrumento tenía un color diferente.

Él no era un pintor muy codiciado, tampoco buscaba la fama, su única meta era tener su pequeña galería y vivir una vida tranquila junto a su amado, una vida sin disturbios.

Su amado era un gran escritor de novelas románticas, él era mucho más famoso que él pero la fama jamás había cegado su cabeza, él era una persona muy buena llena de amor y cariño para entregar a todos.

Él era un muchacho sencillo que se había criado en la Inglaterra de los cuarenta, su madre se había enamorado de un soldado y había empezado a ejercer su profesión de enfermera en los campos de guerra, él había nacido a ahí y no se avergonzaba de ser un hijo fuera del matrimonio, después de todo sus padres jamás iban a lograr casarse porque su papá ya estaba casado. No recordaba mucho de su vida durante esos cinco años catastróficos más que sus días en esa carpa y realmente no quería saber mucho, Seonghwa decía que era suficiente con sus pinturas. Él había llegado a Corea con siete años, toda la familia de su madre había quedado consternada y horrorizada al verlo a él pero pronto se habían acostumbrado y lo amaban tanto como él a ellos.

Paró de pintar cuando la música se detuvo y la puerta sonó, no sabía quién era pero aún así corrió a abrir, era Seonghwa que había llegado  con la compra del mes, Seonghwa siempre se veía tan radiante aunque tuviera una expresión cansada en su cara, debajo de sus ojos habían unas bolsas moradas que dejaban ver que no estaba durmiendo bien, Seonghwa había estado ocupado escribiendo en su libreta su nueva novela inspirada en uno de sus cuadros, era un romance con un final trágico. Seonghwa también tenía un golpe en su mejilla, pero no había sido más que un accidente, se había lastimado por accidente en una reunión de amigos en casa.

—Buenas noches amor—le sonrió y Hongjoong se quedó embobado viendo esa hermosa obra de arte delante de él, Seonghwa era como una pintura de Michelangelo, simplemente perfecto.

—Hola—sonrió como bobo.

—Traje la cena ¿Quieres comer ahorita o comemos después?—lo miró y luego miró al cuadro que estaba en el medio de la sala, suponía que era su nueva obra, había un hombre que su expresión dejaba ver agonía, su rostro estaba tan deformado que era aterrador— amor ¿Por qué pintas esas cosas? Sabes que te hace mal.

—Es mi arte Seonghwa, yo hago lo que quiero con él, yo no soy de escribir parejitas cursis, nop—negó cerrando sus ojos y haciendo una linea con sus labios, eso había hecho reír a Seonghwa, sus manos en su cadera le daba el toque.

—Está bien—carcajeó dejando las bolsas en la mesa— ¿Vamos a comer o no?

Hongjoong sin mirarlo corrió al tocadiscos y volvió a poner el disco tocándolo con mucha delicadeza, la última vez había roto uno de los más preciados de su colección por accidente, estaba tan perdido en sus pensamientos que no se dió cuenta. No logró poner el disco porque escuchó a Seonghwa cantar, estaba tarareando: when I hold you in my arms and i feel my finger on your trigger i know nobody can do me, no había terminado la oración porque él lo interrumpió con su música, de nuevo el contrabajo y las trompetas empezaron a llenar la casa, Seonghwa no se vió molesto ni fastidiado por la interrupción, ya era normal que lo haga.

ONCE UPON A TIME Donde viven las historias. Descúbrelo ahora