Cuando digo la verdad...

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El verdadero infierno se desató hoy cuando mi corazón se topó con el tuyo.

El fuego incandescente, restringido y fingido salió de mi interior y destrozó tu aura magnífica.

No eras ese soporte venido de la eternidad del que hablabas a todos.

Eres solo el agua casi desaparecida del desierto de tus sentimientos.

No eres más que el refugio de falacias, de mezquindad, de suciedad, de memorias perdidas.

Ya no tienes vida porque tú cuerpo se despedaza de murmullos.

No soy quien para juzgar, vida mía, pero tú dureza no es más que palabras, porque no tienes templanza.

No soportas un golpe, no soportas la verdad, no soportas un no.

Eres un alma perdida, llena de desenfreno banal, llena de discurso falso, llena de vacío de sangre y carente de consistencia.

Eres tan frívolo y deteriorado, como una nube de verano.

Ya no seré tuya, porque careces de amor, careces de la suficiente inteligencia, careces de sangre para dar vida.

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