La paloma blanca y el cuervo

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Para a aquellos enamorados que

  sufren de traición...



El cuervo...

Una noche de diciembre los cuervos habían salido a la búsqueda de comida, como cada año las parvadas de cuervos eran guiados por sus ancestros.

Los cuervos se caracterizaban por ser animales astutos e inteligentes, eran aves que eran terroríficas para la vista de las personas, pero tan perfectas para la vista de aquellos que sufrían por amor.

Aquellos que anhelaban ver las heridas oscuras.

Aquellos que amaban la sangre en un vestido blanco.

Aquellos que a amaban la muerte por que les recordaba a ella.

Aquella noche en aquel bosque, la luna iluminaba los terroríficos bosques, pero estaba tan hermosa y resplandeciente como cada luna llena que se apreciaba.

Los cuervos llegaron a los arboles posándose en las ramas, tan tétricos que hacían espantar a los otros, sus alas negras como la oscuridad misma, su corazón frio y ese pico que se caracterizaba por no ser un simple pico, las otras aves escondieron sus huevos y cuidaron a sus creía...

Y más las palomas blancas, que para estas los cuervos eran sinónimo de no tocar, no ver y no hablar con ellos.

Pero esa noche, fue diferente.

Un cuervo vagaba solo por los bosques, no quería estar cerca de los otros, la presión por ser el sucesor y el que guiara a su parvada crecía, era aterrador, era duro y no creía él que fuera tan perfecto para ser el siguiente.

Esa noche tenía que cazar...

Pero no cazar cualquier cosa, si no, cazar a una cría de paloma blanca.

Las palomas blancas eran hermosas, eran puras y eran sinónimo de esperanza por su blanques, pero estas al ser tan hermosas también eran sinónimo de no tocar.

Por eso cada caza para los cuervos era importante.

El cuervo se alejó un poco, comió algunos insectos y escarabajos, al querer darse a la fuga un cuervo mayor, con sus alas ya desgastadas y su pico herido lo detuvo, con una simple señal los dos cuervos subieron al roble más alto.

"es la noche" hablo el cuervo mayor, "lo sé, sé que es la noche" el cuervo joven se posó en una rama un poco más alta que su sucesor y contemplo la luna brillante entre las ramas.

"sabes lo que significa, no puedes evitar eso"

Y claro que no podía, sería tan tonto evitar los tiempos, nadie podía evitar eso, crecer nunca se podría evitar, era parte de la naturaleza.

"¿Quieres decirme algo?" el cuervo mayor se acercó a él y al rosarlo el otro cuervo lo miro a los ojos negros. Negros y profundos, negros como la noche, negros como su corazón.

El joven cuervo solo lo miro detenidamente, no podía decirle que no quería, era un deber, era algo que tenía que hacer, lo habían elegido por algo, en su corazón no había maldad, no podía matar, pero en su sangre había miles y miles de años de eso, miles de años de su misma sangre que ya habían pasado por eso.

No, él no quería.

Pero si debía.

"No, no hay nada que decir" el cuervo mayor asintió en cabeza y se marchó de ahí. Sabía que significaba eso, era buscar a la paloma blanca y cazarla. No podía cambiar el destino, pues el destino estaba escrito ya.

La Paloma Blanca y él CuervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora