El cuervo estaba casi seguro que todos esperarían que hiciera algo, que hiciera algo grande, algo extraordinario, algo que dejaría un legado, algo que los dejaría sin habla.
Se había quedado horas en esas ramas, el cuervo mayor le había dado toda la noche para traer a la paloma blanca, pero solo hasta el amanecer, no podía pensar en nada más, ¿Cómo atraería a una paloma?
Una paloma blanca.
El cuervo bajo de las ramas, dio un poco a su vuelo y miro a todos lados buscando a su paloma blanca.
Los minutos, segundos y horas pasaron, pero aquella paloma que tanta tenía que buscar no aparecía en nada, las palomas blancas sabían que día era y que noche era, asi que sus escondites siempre eran en las copas de los árboles y detrás de las hojas.
Pero una de ellas jamás entendió el miedo a los cuervos, no eran más que un ave más, un animal como ellas...
No eran diferente por ser de diferentes colores, eran iguales, podían volar, comían casi lo mismo, no entendía por que tanto miedo, asi que esa noche, aquella paloma blanca no hizo caso y bajo de las copas de los árboles.
Encontró unas lombrices frescas y comió de ellas.
Miro la luna un rato y no sintió cuando el cuervo apareció.
La paloma busco ramitas para su nido, unas cuantas hojas y plumas de otras aves.
El cuervo la encontró asi, buscando ramitas, tras ramitas y la miro de espaldas, su instinto natural fue cazarla, pero cuando iba a ir tras ella la paloma volteo y lo miro.
Aquellos ojos no eran como los de él, su plumaje no era como el de él, era blanca, blanca como la nieve de las montañas en invierno, blanca como las nubes del cielo, blanca como la pureza.
Era un ser divino para los ojos del cuervo y ahí se detuvo, no podía hacerlo, no debía hacerlo, era hermosa, muy hermosa.
La paloma lo contemplo un momento, no dijo nada y solo lo observo, parecía que luchaba consigo mismo, tenía miedo se podría ver en sus ojos, entonces se acercó unos metros más.
Y el cuervo la sintió, miro sus ojos y ahí cayo.
Eran ojos perfectos, no era como él, pero era perfecta...
La paloma quiso acercarse más, pero el cuervo retrocedió, esta no se quedó ahí y avanzo unos pasos más y tan solo a unos pasos el cuervo se dejó rendir.
"No te tengo miedo" hablo la paloma
"¿Por qué no?, deberías de tenerme miedo, no soy como tú piensas que soy" el cuervo la miro directo a los ojos y la paloma vio algo más en él.
Si, de fuera se podía ver como la misma muerte quiera, pero por dentro tenía un corazón tan puro como el de ella. Se decía.
"No eres como todos piensan" el cuervo no lo entendió, esta paloma estaba loca. Quiso hablar, pero esta lo callo.
"Sientes miedo, como yo, sientes que nadie te quiere, como yo, sientes que ahí esperanza, como yo, sientes estar perdido, como yo, sientes que estás haciendo lo correcto.... Como yo"
El cuervo la siguió mirando, no dijo nada, tenía razón en cada palabra esa loca paloma, pero no podía mostrarlo.
Él no podría matarla. En eso estaba seguro.
Pero tenía que llevarla ante el cuervo mayor.
¿Qué se podía hacer?
"Eres igual que yo" la paloma hablo
¿igual que ella?, de donde se veía el parecido, eran diferentes, eran muy diferentes...
No tenían nada en común, el cuervo pensó que era mejor buscar otra paloma, esa estaba loca y no quería llevar a una paloma loca.
El cuervo abrió sus alas y voló de regreso a las ramas, pero aquella paloma no se dejó y lo siguió, era testaruda aquella paloma, pensó el cuervo, ¿Por qué lo seguía?
El cuervo se posó en otra rama y la paloma igual.
"¿por qué vuelas? Ya me encontraste y no me mataste"
El cuervo la miro, "no puedo matarte"
"¿Por qué?" le pregunto
"¿quieres que te mate?" la paloma lo volvió a mirar fijamente y el cuervo quiso salir de esos ojos, pero no pudo, no podía dejar de mirarla, era perfecta, era extrañamente perfecta.
"Todos llegaremos a la muerte en algún punto, es la ley de la vida"
El cuervo no dijo nada, era cierto, pero no entendía por que la paloma quería estar con él.
La paloma lo sabía, le causaba intriga, quería saber más de él, quería entender por qué no la había matado desde un principio. Por qué a ella no.
"sigues aquí?" preguntó el cuervo
La paloma se acercó más a él y aquel cuervo lo sintió, "te tengo que matar, ¿lo sabes?"
"lo sé"
"¿Por qué quieres morir?" pregunto
"no es algo que quiera, sé que pasara" le respondió ella
"pues conmigo no pasara, no te matare"
Y lo juro, no la mataría.
Pero en su sangre llevo un instinto diferente y en su cabeza algo nuevo apareció.
El cuervo le dijo que le enseñaría como era ser uno de ellos, le enseñaría lo mejor de la noche, pero al madrugar, sabía lo que pasaría.
La paloma, inocente, se dejó guiar, confió en palabras, le enseño lo mejor de la noche, le enseño lo hermoso de los bosques y la luna llena, le enseño como ser discreto entre la noche y le enseño que aun asi los dos eran iguales, le enseño miles de cosas y hasta amarse a sí misma, pero cuando la luna se empezaba a ir... la velada que tuvieron también se empezaba a ir.
El cuervo la invito a posarse una rama, los dos juntos sin decir nada y viendo el amanecer, la paloma vio como la noche quedaba atrás y como llegaba un nuevo día, entonces hablo:
"sabía que no eras como todos decían"
El cuervo la miro, "¿No lo soy?"
"No, eres extramente especial, pude ver que realmente tienes un corazón de verdad, no eres malo, eres bueno, pero aparentas cosas que no eres"
El cuervo agacho su cabeza y vio que el sol ya casi estaba en el punto donde debería estar.
Entonces hizo lo que no quería.
Se acercó lentamente a la paloma distraída, poso sus garras en el cuello de la paloma y sintió cuando la sangre apareció.
No, no era como los otros decían.
No mataba a la primera.
Pero si mataba cuando la conocía, no mataba por instinto, no mataba porque era un deber.
Mataba porque al final sabía que, si no era él que la mataría, sería otro y eso sería más doloroso, por que no matarían a una inocente paloma, matarían a un cuervo vestido de paloma blanca.
Las palomas eran astutas, sabían dónde deberían meterse, sabia donde tendría que estar, sabían lo que había en su interior con solo mirar. Los cuervos eran astutos, pero la paloma, o mejor dicho, aquella paloma, era realmente un cuervo vestido de paloma blanca.
Era pura y sencilla, pero también astuta y con heridas.
El cuervo llevo a la paloma con los otros, pero no dejo que nadie la tocara, se la llevó al nido de él y ahí la dejo, no supo si realmente estaba muerta del todo, solo supo que la había traicionado.
Pero realmente para la paloma, la traición era más dolorosa que una muerte segura.
Fin
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La Paloma Blanca y él Cuervo
Historia Cortaes una historia corta, de un cuervo, una paloma y una traición