Una Navidad Diferente

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Ainhoa estaba sentada en el escritorio del despacho, revisando por enésima vez el currículum del chef que iba a recibir en unos minutos. Tenía un historial impecable: tres años trabajando para el gran Jaime Cruz, cuatro años de formación en una de las mejores escuelas de cocina de España, dos años como chef en un gran restaurante de renombre en Madrid... Pero no era el único con una experiencia brillante. Llevaba una semana entrevistando a chefs, algunos contactados por ella misma, pero ninguno acababa de convencerla. Y tenía que contratar a uno lo antes posible.

Se llevó los dedos al puente de la nariz, apretando. Estaba saturada. Cuando le dijo a Luz que ella se podía encargar de los contratos no se imaginaba que fuera a ser tan complicado y agotador. Miró entonces la foto que tenía en la mesa. Era del día de la inauguración del restaurante. Ambas salían sonriendo a cámara, rebosantes de felicidad. A veces Ainhoa deseaba dar marcha atrás, volver a ese momento por unos segundos, escapar del estrés que cada día la ahogaba más.

Unos toques en la puerta la distrajeron. Comprobó la hora, extrañada. Todavía faltaban diez minutos para la entrevista con el siguiente chef.

—Adelante.

Luz entró en el despacho con un plato con una napolitana y un café en la mano. Seguidamente cerró la puerta y se acercó a su chica, a la que besó brevemente.

—¿Y esto? —preguntó Ainhoa, incapaz de contener la sonrisa. Siempre le pasaba con ella.

—Bueno, he pensado que ibas a necesitar un poco de azúcar y cafeína para hacer frente a la mañana de entrevistas.

La pelirroja la instó a sentarse en su regazo. La otra chica obedeció, pasando los brazos alrededor de su cuello.

—¿Solo has venido para engordame?

Luz negó con la cabeza, divertida.

—Para esto también.

Volvió a besarla, pero esta vez más pausadamente, disfrutando del momento y olvidando por un instante el lugar en el que se encontraban. Se entretuvieron más tiempo del estrictamente necesario en los labios de la otra.

—Te echo de menos... —susurró entonces la morena.

Ainhoa suspiró.

—Luz...

—He reservado mesa para esta noche —no la dejó hablar—. En dos días vamos a estar pasando la Nochebuena con mi familia, y antes de eso quiero disfrutar un poquito de ti.

La realidad era que entre las contrataciones, las gestiones del propio restaurante y otros detalles, la chef casi no había disfrutado de tiempo de calidad con su novia. Su cabeza no descansaba. Todo el tiempo estaba pensando en soluciones para los distintos conflictos que se le presentaban y que necesitaba resolver, a pesar de los intentos de Luz por distraerla.

La miró, sonriendo.

—Tenemos que estar en el restaurante a las 21:00 —continuó la morena—. Está un poco a las afueras, así que tendremos que salir antes.

—Me parece perfecto.

Luz se lanzó a besarla. Lo que comenzó como algo inocente pronto hizo que se desatara el calor en el despacho. La chica parecía estar hambrienta, y lo demostraba en la forma en la que parecía querer devorar la boca de su novia. Ainhoa se dejó llevar por la pasión. Sintió los labios de Luz, húmedos, sobre su cuello. Su respiración empezó a acelerarse y el corazón latía con impaciencia.

Hasta que sintió su mano ahí y volvió a la realidad.

Tenía una entrevista que hacer en pocos minutos.

Una Navidad Diferente (El Cielo en la Tierra - One shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora