Capitulo 10: ¡Te odio!

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~Bill~

veo a Stella desaparecer detrás de la puerta, pensará que soy un lanzado pero desde que su familia me dijo su nombre algo dentro de mí se despertó como fuego.

Tal vez el amor es así de ciego, sin conocerla sentía mariposas en el estómago o tal vez algo que se estremecía dentro; apenas me informaron sobre su llegada a la universidad he tratado de todo para que se sienta cómoda.

Soy un chico de veinte años con una vida normal, amando la evolución de la ciencia igual que mi padre, el licenciado Janck un anciano que lleva toda su vida en la dirección de la universidad de manhattan junto con mi madre Clara Castillo, un gran ejemplo a seguir, lleva su vida administrando la empresa de nuestra familia Castillo.

Pongo música de fondo para conducir a casa... Cada melodía me recuerda a ella, su aroma, su cabello castaño oscuro ondulado, su mirada penetrante, sus grandes ojos cafés, la inseguridad de lo que dice, cada gesto se quedó en mis pensamientos.

Escuchamos músicas tal vez pensando en algo o en alguien pero la música sin sentido me recuerda a ella, a su nombre, a su sencillez; llego a casa y la primera escena que logro ver es a mi hermana menor junto con nuestra mascota.

—Buenas noches Violeta —digo sonriendo.

— ¡Hermanito! —responde violeta sosteniendo a buddy en su regazo.

— ¡Buddy! creías que no te saludaría ¿cierto? Ven aquí pequeño —digo soltando una carcajada y viendo a buddy saltar hacia mí y saludarme con la patica.

—Algo ha ocurridoooooo —violeta me mira con recelo y prosigue —Tienes un brillo en los ojos ¿Que ha ocurrido en la salida a relajarte a central park? —me burlo por su expresión de celosa, le he hablado de Stella como si fuese la última mujer en mi mundo.

— ¡Has silencio! Despertarás a mamá, vamos a la habitación y te contaré —le digo agarrándola del brazo y caminando con pasos largos por las escaleras para subir a mi habitación.

Realmente violeta es mi hermana menor pero tenemos demasiada confianza en comparación a Marlys, violeta tiene diecisiete años pero parece de cuarenta años con la gran sabiduría que carga, Marlys pues es un poco amargada y se interesa más por su modo de vestir y pretende insultar a los demás con eso... Tiene dieciocho años pero en realidad su vida es aburrida, en cambio violeta y yo disfrutamos de mínimas cosas y hacemos grandes planes para coleccionar fotos con la camarita que le regaló mi padre a Violeta.

Llegamos a la habitación y nos acomodamos un poco en la alfombra de esta.

— ¡Habla rápido! Me tienes con el estómago revuelto —expresa tocando su estómago de forma dramatica.

—Eres muy dramática cariño, es algo normal ¿No? Hablé un poco con Stella y me aceptó la invitación de pasar por un helado ¿Contenta? —digo con tranquilidad esperando su reacción.

— ¡Wow wow wow! Pero... Es tan... Que locuraaaaaa omg —responde con las manos en el corazón y el semblante sorprendido.

—Que rápido eres hermanito —suelta una carcajada libremente —Tienes que presentarla okey, ya me cae bien, todo lo que has dicho de ella ha sido maravilloso.

—Violeta, un día a la vez —digo con el semblante serio y manejando la tranquilidad.

—Esta bien, pero mañana entraré en tu salón y lo demas ya lo sabras.

Violeta sale de mi habitación saltando como niña pequeña y con una sonrisa sorprendente.

Me acuesto en la alfombra de la habitación sonriendo y pensando en cada gesto, cada palabra que es pensada antes de expresar y sus mejillas rojas por los nervios, cierro mis ojos para contemplar mis pensamientos sobre ella.

Una oscuridad ciega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora