capitulo 9: Central Park

15 4 0
                                    

Hoy ha sido un buen día, manejar la tranquilidad en estos momentos es muy genial, llegar a casa es como dormir después de estudiar demasiado -Se plantea una sonrisa en mi rostro al ver a mi hermana recibirme.

—Hermosa, mi pequeña doctora -dice Angela con brillo en sus ojos.

—Gracias hermanita —digo fingiendo una sonrisa.

Entro en la habitación y me acomodo en la angosta cama aún con mi bolso encima; sinceramente me encanta la oscuridad, me emociona tanto saber que no siento cosas extrañas o tal vez tengo esa certeza de que no recordaré cosas feas.

He aprendido a controlar un poco mis emociones y en estos momentos tengo el deseo de esas charlas internas que te hacen reflexionar; mi conciencia está tranquila y supongo que he aplicado con anterioridad los ejercicios de relajación entregados por la psicóloga que tengo en casa -Angela Beltrán -mi hermosa hermana y una gran psicóloga.

—No soy una chica dulce pero no tan ruda, eso creo —digo internamente burlándome.

Después de tantas experiencias te vuelves una persona fuerte y yo confío y creo en mi, he resistido cosas que nunca pensé soportar.

He aprendido a soltar, creer, pero no a amar, en los últimos años de mi vida no he podido amar con intensidad.

Aquella sensación de enamoramiento no ha pasado por mi sistema por asi decirlo aunque mi hermana es muy cursi —Me burlo internamente.

Pasamos la vida deseando un amor sincero y yo pues soy diferente, últimamente no me siento preparada para tener un amor bonito, no soy capaz de sostener una relación; no tengo mis expectativas muy altas ya que siempre me fallan y no confío en los demás, siento que nadie se merece mi lado cursi y positivo.

Muchas veces las personas son horribles, egoístas y pasan por la vida de alguien a lastimar sin darle importancia a la huella que dejan en ellas; puedo ser muy depresiva pero tengo grandes pensamientos sobre la vida y eso es gracias a las experiencias.

Si no sabes cuidar de ti mucho menos vas a cuidar de los demás, por eso siempre digo que el amor es ciego.

Mis pensamientos son interrumpidos por algo que me hace sonreír; la voz varonil de ese chico alto y guapo.

—Stella por Dios no puedes andar pensando en un chico tan idiota como él —alzo mi voz hablando conmigo misma.

Su hermosa sonrisa es contagiosa y es muy alto más bien me lleva dos cabezas alcanzarlo y su cabello crespo le da el tope de locura y preciosura a la vez.

Sinceramente se ve chévere pero no estoy preparada para estar charlando con gente extraña.

Hablando de gente extraña conocí a una chica pero en realidad me da mucha tristeza que en mi no valla a encontrar a una gran amiga, soy muy callada y no dudo de mi gran corazón pero si aveces tengo acciones que no debo hacer.

****

Siento algo muy doloroso encima de mi cabeza - ¡Santo cielos! -me he quedado dormida con mi bolso en la cara.

Soy tan despistada que después de andar pensando demasiado me he quedado dormida y roncando sin caer en cuenta que tenía mi bolso de ir a la universidad en mi cara —Por Dios ¿a quien le sucede eso?

—A Stella Beltrán —pronuncia una voz femenina que me interrumpe de todo pensamiento.

— ¡Dios mío! Me va a dar un infarto, por qué no tocas hermanita —digo sarcásticamente con la mano en el corazón.

—Eres muy dramática ¿Lo sabías? —pronuncia Angela soltando una risita y de inmediato vuelve a hablar.

—Mas bien arréglate, acomoda ese cabello como puedas, te daré veinte minutos saldremos al central Park; recuerda estamos en New York y hay que disfrutar de estas maravillas.

Una oscuridad ciega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora