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En la cima de una colina majestuosa se alzaba la imponente mansión de los Jeon, una familia que respiraba opulencia y tradición. En su seno vivía Jungkook, el nieto destinado a heredar todo ese esplendor. Sin embargo, la grandiosidad de la mansión también encerraba la juventud y los sueños de Jungkook en una jaula de oro desde que tenía tan solo cinco años, donde sus padres se despeideron con un "Regresaremos mañana cariño.

Desde que Jungkook tenía apenas cinco años, la mansión Jeon se convirtió en su mundo y prisión a partes iguales. La opulencia de cada habitación contrastaba con la rigidez de las reglas impuestas por su abuela, la matriarca de la familia. Los días de juegos infantiles y risas espontáneas se disolvieron, dejando paso a una existencia medida por normas y expectativas inquebrantables.

A medida que crecía, la mansión se cerraba a su alrededor, como un jardín de cristal del que no podía escapar. Las lecciones de etiqueta y la instrucción formal se convirtieron en su rutina diaria, mientras que las miradas críticas de su abuela seguían cada uno de sus movimientos. Las veces que Jungkook intentó escapar fueron numerosas, pero cada intento fue frustrado por los ojos vigilantes de los sirvientes leales a la estricta señora Jeon.

A punto de cumplir 23 años, Jungkook se encontraba en una encrucijada. Sus pensamientos giraban en torno a la libertad, a un mundo fuera de los muros que lo mantenían prisionero. Los oscuros pasillos de la mansión albergaban sus secretos más profundos, y cada rincón era testigo de su deseo de no ser más que el heredero de un apellido prestigioso, sus recuerdos inundan su mente desde aquel dia donde solo tenia 9 años.

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Una noche, impulsado por una determinación inquebrantable, un pequeño Jungkook ideó su escape más ambicioso. Deslizándose entre las sombras, sorteó hábilmente los obstáculos que antes lo habían detenido. Logró llegar al umbral de la libertad, pero fue tanta la vanidad que Olvido la crueldad y los ojos distantes que lo observaban desde la lejanía, no debió olvidar que dentro de aquella cárcel dorada la suerte no estaría de su lado.

La fría mirada de su abuela se clavó en él como una daga cuando la sorprendió en el acto. Los sirvientes leales rodearon al joven fugitivo, llevándolo de regreso al interior de la mansión. Esta vez, la abuela Jeon no mostró la misma imagen gentil que solía presentar en la televisión.

El castigo fue severo, tanto física como emocionalmente. La abuela, desprovista de la máscara de la televisión, reveló su verdadera naturaleza autoritaria y despiadada. Las palabras afiladas como cuchillos cortaron más profundo que nunca, y Jungkook sintió la cruel realidad de su situación.

Sin embargo, a pesar del castigo, algo en los ojos de Jungkook había cambiado. La llama de la determinación seguía ardiendo, alimentando la creencia de que, algún día, encontraría la llave para abrir la puerta de su prisión dorada y descubrir un mundo más allá de los límites de la mansión Jeon.

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 Ahora se hallaba en el jardín trasero, donde la sombra de la mansión no podía eclipsar completamente la vista del cielo estrellado. Sostenía un libro entre las manos, pero sus ojos estaban perdidos en las constelaciones que brillaban sobre él.

Mientras observaba las estrellas, la pregunta que había estado rondando en su mente cobró fuerza: *¿Podré ser libre alguna vez?*. Las reglas, las expectativas y la sombra dominante de su abuela lo mantenían en una jaula dorada, y la posibilidad de escapar parecía tan lejana como las estrellas en el firmamento.

El susurro de la brisa nocturna llevó sus pensamientos a la deriva, y se preguntó si alguien vendría a rescatarlo de su confinamiento. Soñaba con un héroe, una fuerza externa que lo liberara de las cadenas invisibles que lo sujetaban.

 La pregunta se transformó en un susurro esperanzado: — ¿Vendrá alguien a salvarme?— .

La noche avanzó, y Jungkook, con el libro ahora cerrado pero el cielo aún despejado, se levantó del césped. La pregunta persistía, pero esta vez estaba acompañada por una resolución creciente. Mirando a las estrellas una vez más, decidió que, independientemente de quién o qué viniera a su rescate, él sería el arquitecto de su propia libertad. El cielo no solo era un lienzo de deseo, sino también el recordatorio de que, a veces, las respuestas están dentro de uno mismo, esperando ser descubiertas.

















continuara °°°

ENTRE REJAS DORADAS /TAEKOOK/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora