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Después de abandonar la zona pública, se sentó en una banca en medio de los vestuarios, con sus pertenencias en el regazo, reflexionando sobre lo que había sucedido hace un rato.

Esos chicos tenían un talento innato para bailar, era impresionante cómo podían sincronizarse con la música y sentirse plenos al hacerlo.

JiSung sabía que él también era capaz, ya que siempre le gustó bailar y, sin sonar presumido, se defendía bastante bien con sus movimientos. Pero pensar en tantas personas mirándolo y toda la atención centrada en él le causaba escalofríos y sabía que no podría hacerlo.

Cuando solicitó el trabajo, nunca le mencionaron que tendría que dar ese tipo de espectáculo, y ahora que lo pensaba, le parecía incorrecto que no hubiera habido alguna advertencia previa.

Sin embargo, estaba agradecido de que no lo hubieran obligado. Simplemente tenía que recoger sus cosas, irse a su departamento y al día siguiente buscar trabajos menos exigentes.

Cuando se disponía a levantarse, escuchó pasos acercándose y miró por encima de su hombro para ver quién era. Se encontró con Felix, el pelinaranja, quien tenía la cara roja como un tomate y una expresión neutral, limpiando el sudor de su rostro con una servilleta.

—¿Te vas?—Felix le habló por primera vez en la noche—. No duraste mucho aquí.

—Sí, yo... creo que esto no es lo mío — confesó, sintiéndose un poco ofendido.

—Lo entiendo, si no lo disfrutas, no tiene sentido.

El pelinaranja continuó su camino hasta llegar a su taquilla. La abrió y sacó una botella de agua, que se bebió de un solo trago.

JiSung se tomó un momento para observarlo; ese chico tenía una belleza única, parecía esculpido a mano. Sus rasgos eran finos, tenía pecas y sus pestañas largas se curvaban naturalmente sobre sus ojos color café. Tenía perforaciones en las orejas y su cabello estaba cortado de una manera que le quedaba muy bien.

—Eh, Felix, ¿verdad? —JiSung se aventuró, esperando una respuesta afirmativa.

—Ajá, Lee Felix, un gusto — se acercó al novato.

—Ustedes bailan muy bien, se desenvuelven con facilidad — comentó con una pequeña sonrisa.

—Gracias, ya tenemos experiencia en esto — respondió, devolviendo el gesto—. Tú ni siquiera lo intentaste, ¿por qué?

—Oh, no, es decir... a mí no me gusta eso, bueno, me gusta bailar, por supuesto que lo hago, pero no frente a la gente. No quiero que me toquen ni nada por el estilo — vaciló, mirando con pena sus propias manos.

—¿Ese es tu miedo? Porque déjame decirte que nadie puede tocarte — explicó mientras JiSung lo observaba con curiosidad—. Nosotros no somos strippers, no nos quitamos la ropa, no nos prostituimos y mucho menos permitimos que alguien nos toque. Solo bailamos, creamos ambiente y generamos buenos ingresos para mantener nuestras vidas económicamente estables.

—¿No los tocan?

—No, ChangBin ha prohibido el contacto físico y a nosotros relacionarnos con cualquier cliente, es parte de las reglas, te lo dije —murmuró y se sentó a un lado del recién llegado.

—¿Y si alguien lo hace? Como... ¿sin nuestra autorización? — inquirió en voz baja.

—Si sientes alguna mano intentando agarrarte alguna zona íntima o incomodándote, nos lo informas y enseguida serán expulsados del bar — explicó, encogiéndose de hombros—. Pero rara vez sucede, porque nadie quiere dejar de venir aquí, es el mejor lugar de Nueva York.

❝Club Bengala❞『•MinSung•』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora