mini extra (nueva version)

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Airana

Ayer no fue mi mejor día. Esa loca apareció de la nada e intentó atacarme. Luego me deje llevar y bese al imbécil de Lamprou. Definitivamente necesitaba relajarme, y solo una cosa lograba tal cometido: montar a caballo.

Pero quería cabalgar fuera de los límites. Alex había puesto limites dentro de las áreas de la propiedad para mi seguridad, pero deseaba ir a cabalgar sin restricción alguna. Para eso, desgraciadamente, necesita pedirle permiso. Algo que odiaba con todo mi ser. Tomo una ducha y busco un atuendo adecuado para cabalgar.

Termino decidiéndome por un par de pantalones blancos ajustados, una camiseta con una chaqueta de montar oscura con botones en la parte delantera. Unas botas de montar negras altas y brillantes. Tomo mi casco para montar y lo llevo en mano todo el camino hacia el despacho de Alex.

Al llegar no me molesto en tocar antes de entrar. Abro la puerta y me paralizo al ver la escena frente a mí. Maddyson, quien se encontraba vestida solo con ropa interior, intentaba subirse a las piernas de Alex. La incomodidad de este era más que evidente mientras trataba de alejarla de suave manera. La rubia repara en mi presencia y deja su misero intento por cogerse a Alex.

—¿No te enseñaron a tocar? Lárgate —me reclama ella.

—Te encanta, ¿no es así?

—¿Qué cosa?

—Perder tu dignidad —me acerco a la ropa que está en el suelo, supongo es de ella. La recojo y se la tiendo— deja de denigrarte como mujer. Vístete y sal de aquí.

—Te crees superior, pero no eres nadie. Soy mil veces mejor que tú, y él lo vera tarde o temprano —rio ante su comentario. ¿Ella cree que esto se trata sobre un hombre?

—Un hombre no es lo que me importa —le digo y me siento encima del escritorio de Alex. Este, en cuestión, solo se encuentra observando—— Pero adelante, intenta superarme y dime que tal te va cuando conozcas tu propio limite.

Me arrebata la ropa y camina hacia la puerta. La detengo antes de que salga a través de ella.

—Ah y, Maddyson, que sea la última vez que me hablas así. La próxima seré yo quien te corte la garganta por altanera.

Maddyson sale, y da por un portazo al cerrar la puerta. Alex empieza a reír y volteo hacia él, cruzando mis piernas hasta estar totalmente sobre el escritorio.

—Lindo show el que te estaba dando. ¿Ahora te va eso de las strippers? —le digo, refiriéndome a lo que sucedía antes de que yo entrara.

Alex descansa su barbilla sobre su puño y lo único que hace es reírse.

—Con esas actitudes creo que no le caerás bien a mucha gente.

—Soy consciente de eso, también soy consciente de que me importa una mierda —respondo.

Él asiente y no intenta ocultar el orgullo en su mirada. Mi corazón empieza a latir más fuerte. No Aira, no vayas por ahí.

—Hmm, venía a solicitar tu permiso para cabalgar fuera de los límites. ¿Puedo?

—Bien, ¿llevaras a Cyrene?

—Estaba pensando en llevar a Black, ¿crees que podrías prestármelo?

—Pediré que te lo preparen.

—Gracias. Adiós —salgo de su despacho rápidamente, sin dejarle oportunidad a sacar algún otro tema.

Minutos después me avisan que Black, el caballo de Alex, se encuentra listo para ir a cabalgar. Subo en el y lo saco de los establos. El sol brillaba con intensidad y el aire estaba lleno del dulce aroma de la hierba recién cortada. Esto era lo que me relajaba: montar a caballo por toda la extensión de largos terrenos.

Black relinchó suavemente, como si a él también le gustara todo esto. Tomé las riendas con firmeza y guie a Black hacia el campo abierto. El viento soplaba mi cabello mientras más rápido íbamos. Me sentía libre, capaz de volar. Los árboles pasaban rápidamente y el suelo vibraba bajo las pezuñas del caballo. Black galopaba con elegancia natural, sus músculos tensos y su mirada fija en el horizonte.

Sonreía de oreja a oreja, disfrutando del paseo. En un momento, llegamos a la cima de una colina. Desde allí podíamos ver todo el paisaje: los campos verdes, los estanques y las montañas a lo lejos. La casa grande de la finca se miraba pequeña desde aquí. No tenía palabras para expresar la emoción que llenaba mi pecho.

Y ahí, justo ahí, me sentía libre y feliz. Como si el pasado no estuviera acechándome de nuevo, como si mi vida no corriese peligro alguno.

Mas tarde ese día, luego de regresar a Black a los establos, me encontraba con los pies sumergidos en la piscina, apoyada en las palmas de mis manos mientras admiraba las estrellas en el cielo. Hace poco menos de una hora había empezado a anochecer.

Los gritos provenientes dentro de la casa me alertaron, tome mis botas y con ellas en brazos me dirijo hacia dentro. No tarde mucho en encontrar la fuente de los gritos: Alex y Ligia estaban peleando.

—¡Me niego! —grita Ligia.

—Tus actitudes de mierda no funcionan conmigo. Ve y hazlo, ¡AHORA! —responde Alex mientras la señala con el dedo índice.

—Dije. Que. No

—Bien, entonces duermes en los establos.

—Bien ——Ligia sale de la casa, completamente enojada.

—Nadie la dejara entrar ni le darán comida. SE PUEDE IR A LA MIERDA —esto último lo grita antes de subir las escaleras. Supongo que lo gritó para que Ligia lo oyera.

Silbo por lo bajo y volteo a ver a los guardias presentes.

—La dejarán entrar y le darán comida, ¿quedó claro?

—¡Si señora! —responder al unísono.

Nadie comenta nada de mis pies descalzos ni las gotas de agua que dejo por las escaleras mientras las subo.

Inevitable Destrucción (Nueva Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora