El gesto

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Esa tarde Black había llegado a la cabaña extraño. Se había quedado parado agarrándose del barandal del balcón y esperó que el mismo Zamasu se percatara de su presencia por sí mismo cuando estaba a punto de preparar té.

—Black, no advertiste tu llegada. Llegas justo para acompañarme.

El lomo del más alto se tensó un poco al oír la voz del kaiō-shin, y despacio se giró para observar su acogedora sonrisa.

Frunció el ceño en tanto se acercaba y se sentó a su lado.

—Y dime —continuó Zamasu sirviendo la bebida en la taza contraria—. ¿Hoy fue un buen día para la justicia?

Black tomó la taza entre sus manos antes de responder. Cerró los ojos, se envolvió en el amargo aroma del té caliente más perfecto del mundo y, luego de aspirar hondo, le respondió a Zamasu:

—No lo sé... Ha pasado algo muy extraño cuando fui a buscar humanos en el Norte.

Zamasu se sonrió. Muchas veces notaba las inquietudes en el cuerpo de su otro igual, las ganas de conocer la anatomía humana por completo, sus virtudes y sus fallas, su resistencia y tranquilidad, la capacidad de sentir y apasionarse hasta perder los estribos al ser consumido por fuertes emociones, o la manera en que algún acto banal o ridículo le hiciera tanta gracia hasta explotar en carcajadas.

Arrastró un poco más su silla para acercarse a su compañero y que este le contara sobre una nueva experiencia con su regular empatía humana.

—Bien, ¿qué ocurrió? —preguntó alzando una ceja y sonrió.

Black bebió un sorbo del exquisito té que preparó el joven dios, y, sin devolverle la mirada, mantuvo su punto de fuga en el borde de la porcelana moldeada, más precisamente, donde se había estacionado la mezcla de humedad entre el té y su saliva.

—Fue una masacre la de hoy..., pero pasó algo que no entiendo su sentido...

—Oh, ya veo —dijo sorprendido el otro—. Continúa...

—Dos humanos... hicieron algo extraño, parecía grotesco, pero se presenciaba un aura extraña de dolor y resignación, mas estos no tenían miedo alguno cuando lo hicieron... Fue como una rendición dulce.

Zamasu alzó sus orejas más atraído por el relato del ahora sayajin y pidió con sus admiradores ojos plateados que siguiese hablando, después de todo, le encantaba la profundidad en las palabras de Black haciendo un lado el salvajismo humano entendido y razonando como un dios observador nuevamente.

Mirándolo de reojo, las mejillas de Black se oscurecieron al sentir el peso de la mirada de Zamasu.

—Creo que antes de morir... murieron felices...

—¿Por qué? —preguntó aún atento.

—Porque luego de lo que hicieron sonrieron entregándose a la muerte... ¿Cómo fueron capaces de endulzar el destino fatal que les esperaba? ¿Qué clase de poder tiene ese gesto?

Dio otro sorbo y esta vez cruzó miradas con un espacio íntimo bastante reducido, pero que para ambos seres no era incómodo.

—Creo que se llama «beso» —reveló el ser oscuro mantenimiento sus orbes negros en los de su otro yo.

—Oh... Claro, sí, reconozco ese acto cultural donde ambas personas unen sus...

Y antes de que el kaiō-shin pudiese terminar de hablar, ya tenía sobre los suyos los labios humanos de Black.

No obstante, no le desagradó ni un segundo, era Black y ahora era impulsivo. Así que se lo dejó pasar como tantas otras ridiculeces que hacía ahora por tener ese cuerpo humano.

Aun así, eso hasta le pareció tierno.

Correspondió cerrando los ojos igual que el otro y luego de unos segundos, Black se separó lentamente del rostro contrario ubicándose cómodo otra vez en su lugar.

—Es una sensación muy cálida, tsk —confesó—. Creo que ya lo entiendo.

—Vaya, Black. Debes sentirte afortunado de poder besar al ser más perfecto de todo el universo —alardeó por otra parte Zamasu.

Black, sonriente, terminó su té y después se dirigió hacia el balcón para poder iniciar un nuevo viaje de exterminación.

—Cuando regrese necesitaré hacerlo otra vez —anunció como despedida dirigiéndole una coqueta sonrisa al kaiō-shin, la cual, aunque lo sorprendiera en un principio, le devolvió una similar.

—Lo estaré esperando —respondió en el mismo tono seductor de voz.

Entonces Black partió volando de allí una vez más, dejando ruborizado y ansioso al elegante dios.

El gesto [ BLAMASU • DBS ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora