03: ¡Vamos ao Brasil!

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Al día siguiente Changbin nuevamente se encontró a si mismo bebiendo hasta la última maldita gota de su capucchino en el vaso de plástico que había comprado en la cafetería del primer piso.

Y aquí vamos otra vez. Teléfonos sonando, tacones marcando pasos, el ambiente aburrido de siempre, aroma a café e impresoras trabajando.

Todo igual de aburrido y monótono como siempre. La única novedad para Seo, es que estaba viendo a la secretaria de Minho trabajar más de lo normal.

Ahora que lo piensa, había llegado a las siete en punto a la empresa, y en ningún momento vio entrar a Minho, se supone que el chico tenía horario de entrada a las ocho de la mañana. Pero el estaba frente al pasillo, y no se había movido de su puesto en todo ese rato, por lo que era imposible que Lee haya ingresado sin ser detectado por el.

Se levantó de su asiento y se acercó a la secretaria, que a pesar de las tempranas horas de la mañana, ella se veía estresada.

-Disculpa- La llamó. Ella hizo un sonido afirmando que lo escuchaba mientras firmaba un par de documentos
-¿Sabes en donde esta el jefe Lee? -

La chica resopló molesta.

-Ni que lo digas, no tengo la menor idea, no ha llegado y no responde las llamadas. El vicepresidente está en reunión con socios extranjeros afinando detalles de las importaciones hacia Estados Unidos- suspiró tomándose una pausa. Giraba sus muñecas para liberar su tensa mano, haciendo sus huesos tronar dolorosamente
-Como el jefe no aparece y el vicepresidente está ocupado, yo tengo que tomar el cargo de algunas cosas. -

Changbin se sintió confundido, Minho jamás llegaba tarde al trabajo. Aunque fuera el jefe y tuviera el privilegio de llegar a la hora que quiera, jamás se había aprovechado de ello y siempre procuraba ser puntual. Pero sin dudas algo habia sucedido, ¿Deberia preocuparse?

Se despidió de la mujer, quien apenas asintió con la cabeza. Volvió a su lugar y tomó asiento en la gastada silla.

Se quedó en blanco unos segundos, pensando en que hacer.

-Maldito Lee, tienes un desastre en la oficina-murmuró entre dientes. Tomó su celular y se dispuso a marcar el número de Minho.

Se llevó el teléfono al oído, y se reacomodó en su lugar con el ceño fruncido.

-Vamos hombre ¿Que pasa?- Habló al teléfono, en donde los timbres seguían y nadie contestaba del otro lado.

Sus maldiciones se vieron interrumpidas cuando las puertas del elevador de abrieron con el clásico pitido de este. Y de ahí salió, nada más ni nada menos, que su jefecito.

-¿Pero que diablos?-preguntó en voz baja para si mismo cuando vio a su amigo.

Estaba vestido con la camisa y pantalón de tela, pero completamente desordenado. Con la camisa mal planchada y los primeros tres botones desabrochados, su cabello castaño era un completo desastre en todas direcciones, y debajo de sus ojos habían notables ojeras.

-¡Seo Changbin!-gritó su nombre apenas ingresó al piso, llamando la atención de cada uno de los empleados, provocando que voltearan en dirección al nombrado.

Changbin se levantó de su asiento con los ojos bien abiertos al ver a su amigo y jefe tan exaltado y desalmado gritando su nombre como si estuviera a punto de morir.

-¿Minho? ¿Que te sucede?- le preguntó una vez estuvo a un par de metros de él.

-¡A mi oficina, ahora!- apuntó a dicho lugar antes de ingresar el mismo.

Minho ignoró a todos, solo caminó en dirección recta y entró a la oficina.

Changbin, sumamente sorprendido y confundido, siguió al mayor para averiguar que demonios le estaba pasando como para llegar a su propio trabajo como un loco.

Plumas de Colores |Hyunho|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora