Plumas de Colores |Hyunho|

09: Saber

—Asi que, ¿Llevas mucho tiempo bailando en el carnaval?—Preguntó Changbin, observando con atención las reacciones del menor.

Luego de presentarse y charlar un poco, ambos decidieron salir del congestionado Sambódromo da Marquês de Sapucaí. Felix admitió conocer bastante bien la zona, por lo tanto fue invitado cortésmente a tomar un trago a uno de los bares más famosos de la zona.

Y efectivamente, el bar era impresionantemente concurrido. Era enorme, especioso, con sillas y mesas tanto afuera como adentro. Felix y el optaron por tomar asiento en una de las mesas de afuera, había un muy buen clima, viento fresco sacudía sus cabellos y acariciaba sus cuellos sutilmente. Una mesera los atendió al instante, Felix ordenó una bebida de Guaraná; la cual, según el rubiecito le explicó, estaba hecha con extractos de semilla de Guaraná, la cual era una fruta roja tropical que se encontraba en el Amazonas.

En cambio, Changbin se decidió por probar la famosa Caipiriña de la que Minho le había hablado anteriormente.

Felix sonrió mientras tomaba un sorbo de la bebida, luego la dejó a un lado para responder.

—En realidad, sólo llevó aquí dos años. Nací y me crié en Australia—Explicó, aclarando su garganta.
—Estudié Gastronomía allí, me fue bastante bien, obtuve un trabajo pronto en el que estuve poco más de año y medio. Renuncié porque sentí que me estaba perdiendo ahí, en una pequeña tienda al norte de Sidney, los clientes no faltaban, pero mi sueño desde pequeño ha sido viajar por el mundo, conocer países y culturas nuevas. Llegué a Sao Paulo hace dos años. La ciudad me cautivó, la alegría y las comidas de este país me enamoraron. No lo pensé mucho cuando decidí quedarme. En cuanto conocí Sao Paulo por completo opte por venir a Río de Janeiro, así que aquí estoy. —

Changbin atónito, no esperaba que el menor le soltara toda esa información de golpe. Pero sin dudas le tenía maravillado la manera en la que hablaba fluidamente, hacía gestos con sus manos que acompañaban sus palabras y mantenía conversaciones cómodas.

—¿Australia? No pareces de rasgos australianos, sin embargo, si puedo notar tu acento.—

Felix asintió con una sonrisa, bebiendo otro sorbo de su trago con grandes proporciones de cafeína.

—Si, mi abuelo es de Australia, pero mi abuela coreana, asique yo heredé sus rasgos, al igual que mis hermanas. —Changbin arqueó sus cejas al escuchar su nacionalidad.

-¿Coreana? ¡Yo soy de Corea del Sur!- Exclamó, como todo un niño alegre. Felix nuevamente enseño sus perlados dientes.

-Lo supuse, todo en ti grita Corea.

-Lo sé. —Ambos rieron.

Luego de ello, un cómodo silencio se instaló entre ellos. Felix se mantenía con la vista hacia la calle, en donde constantemente pasaban autos y muchas motos. Changbin, admiraba el despejado cielo, oscuro y lleno de brillantes estrellas, que parecían perderse en el inmenso mar de la playa que estaba a unos metros cruzando la calle.

—¿Y tú?— Fue Felix quién se encargó de romper el silencio. Mirando expectante a Seo, quién le devolvió la mirada confundido.

-¿Yo que?

—¿Que hay de ti? ¿Por qué estas tan lejos de tu hogar?— Preguntó. Changbin asintió cuando comprendió la pregunta. Supuso que ahora era su turno de contar su historia.

—Yo estoy aquí temporalmente. Verás, yo trabajo en una compañía en Seúl que se dedica a vender cosméticos y perfumes. Mi mejor amigo es el jefe de la empresa, y recientemente ha tenido una muy buena racha con las ventas e importaciones al extranjero.— Pausó. El australiano asentía con atención a su relato.
—Pero estábamos todos muy estresados, mi horario normal es de las siete de la mañana hasta las seis de la tarde, pero hay varios días en que salía muy entrada la noche, y llegaba agotado a mi casa. Mi amigo de un día para otro decidió darme unas vacaciones obligatorias, como premio por todo mi esfuerzo y compromiso. Él también se dio el gusto de acompañarme, y como es asquerosamente rico el dinero ha sido el mínimo problema.—