For Me? [Haobin]

24.

—Hanbin —le llamó Chaewon, el día siguiente, mientras él se encontraba secando unas copas de batido y colocándolas en las estanterías desde su lado de la barra.

Hanbin, algo desconcentrado, dejó su labor y colgó el paño que tenía en mano en uno de los ganchos que había al costado de una encimera. Y secándose las manos en el mandil, se giró hacia Chaewon, alzando una ceja con curiosidad.

La castaña no dijo nada, solamente se apoyó en la barra y miró sus manos unidad encima de esta por unos instantes. Y ante eso, Hanbin comenzó a recrearse montones de escenarios sobre lo que podría pasar por la cabeza de Chaewon en ese momento que tenían que ver tanto con él como con Zhang Hao.

Luego de lo que había sucedido ayer, las cosas habían estado un poco tensas en la cafetería, o al menos así las sentía él, pero la presencia de Hao en ese momento le había transmitido calma y se había olvidado del tema rápidamente.

Pero claro, Chaewon no.

En este punto, Hanbin no sabía como la castaña no se daba cuenta de que a Zhang Hao le gustaban los hombres.

—¿Chaewon noona? —preguntó extrañado al verla perdida en sus pensamientos, y se sobresaltó al verla sacudir la cabeza de un segundo al otro y enfocar sus castaños orbes sobre él, escaneándole como una presa.

—¿Tú eres gay, cierto? —preguntó, con una sonrisa abierta que cualquier otra persona pudo tomar como amable, pero que Hanbin la sentía tan rara e incómoda que no podía verla más de dos segundos seguidos.

Hanbin tragó saliva y miró de reojo el local, nadie se percataba de la situación, porque además, habían pocas personas como siempre y estaban en sus propios mundos, por lo tanto, nadie podría salvarle de la conversación que estaba seguro que iba a tener en ese mismo momento con Chaewon.

—Sí, lo soy hace bastante —afirmó luego de volver sus ojos hacia la expectante Chaewon, y al parecer, la chica estuvo decepcionada de su respuesta tan tajante y rápida.

Dedicándole una mirada poco convencida, la chica arrugó las cejas y se irguió un poco sobre el mesón, como queriendo decirle algo necesariamente pero su boca cerrada no permitiéndoselo.

—¿Por qué preguntas? —Hanbin volvió a preguntar, un tanto curioso por la extraña actitud de la castaña que había vuelto a tomar como anteriormente contra él.

Chaewon se descolocó ante la pregunta de Hanbin, como si no estuviese preparada para dar explicaciones. El menor la vio apretar sus labios y pestañear varias veces con sus pequeños ojos antes de responderle.

—Es que yo... Eh... Tengo una duda —sonrió algo avergonzada, y Hanbin aspiró un poco de aire lo más discreto posible y miró la hora en el reloj de pared que había colgado detrás de Chaewon, en 10 minutos Zhang Hao terminaba sus clases y no quería que llegara y se encontraran, para nada del mundo lo quería—. En realidad es bastante tonta y no debería preguntártela a ti porque no se trata de ti —Hanbin alzó una ceja, algo extrañado y mil veces más curiosos que antes, aunque ya se diese una idea clara de qué quería preguntarle Chaewon.

Hanbin sabía leer entre líneas, y Chaewon quería causarle suficiente curiosidad como para que le siguiese preguntando y descubrir lo que quisiese saber de su parte y sin necesidad de preguntárselo en este caso, a Zhang Hao.

—Mmhm... Entonces no es un tema que deberías aclarar conmigo —Hanbin negó con la cabeza, viendo el rostro de la chica quebrarse desde la bonita sonrisa persuasiva, hasta una mueca de decepción y algo de molestia.

—Sí... Igual gracias —murmuró Chaewon apenas perceptiblemente para su oído, antes de que tomara uno de los paños que Hanbin tenía colgados en el gancho de la encimera, y se fuera rápida y pesadamente hacia la cocina, Hanbin no le quitó un ojo de encima hasta perderla de vista a través de las pequeñas ventanitas que tenia la puerta de la cocina.

Dejó salir un largo suspiro que no sabía que estaba reteniendo, últimamente se sentía demasiado ahogado en la cafetería, y su única vía de escape era Zhang Hao.

Esa misma tarde y 20 minutos después del suceso, la campana de la puerta de entrada sonó, y Hanbin alzó la vista con una radiante sonrisa al saber quien era.

Con una sudadera negra y un beatle cuello de tortuga blanco debajo de esta, Zhang Hao había llegado tan simple pero imponente, y Hanbin se sintió derretir un poquito al ver lo guapo que se veía su casi novio caminando hacia él sin quitarle los ojos de encima y con una pequeña sonrisa temblante en los labios por el frío que comenzaba a hacer.

—Hola, Hamzzi —saludó cariñosamente el pelinegro, con esa potente voz que arrulló a Hanbin, y dejando el casco por sobre la mesa y de paso, uniendo sus manos en un suave apretón como saludo, Hanbin soltó una risita, acariciando con el dorso de su mano la fría mano del mayor.

—Estás helado —Zhang Hao negó con la cabeza, restándole importancia.

Hanbin miró por las ventanas de la puerta de la cocina, esperando que nadie le estuviese prestando la atención suficiente. Y agachándose suavemente, tomó el té más cercano que tenía con un infusor, y comenzó a preparar un té para el congelado Hao.

—¿Sabes? Llevo tres semanas y media sin comer carne, ni embutidos, ni nada —volvió a hablar Hao, viendo atentamente como Hanbin preparaba el té lo más rápido posible. El chico le miró con una sonrisa frente a la tetera mientras hervía.

—¿De verdad? ¿Te estas haciendo vegetariano? —preguntó, casi tan feliz como el día en que Zhang Hao se le confesó. La idea de que Hao fuese vegetariano como él le resultaba bonita, ya no sería un raro espécimen que no comía carne entre los coreanos y se alimentaba de frutas y verduras solamente.

—Sí, o sea —Hao ladeó la cabeza—. Siempre me gustó el tema del vegetarianismo, pero mi mamá me lo prohibió por muchísimo tiempo mientras estaba en el instituto —Zhang Hao se encogió de hombros, soltando una risita—. Y ahora que soy bastante más independiente, y como estoy contigo, comencé a dejar la carne y ser vegetariano, tal como tú —Hao alzó las cejas y entrelazó sus dedos en la barra.

Hanbin se rio, tomando la tetera y acercándose a la taza que tenía puesta al otro lado de la encimera con el difusor.

—O sea... ¿Te hiciste vegetariano porque te influencié indirectamente a serlo? ¿Por mí? —Hanbin lo preguntó en broma, mientras vertía el agua caliente en la taza.

—Sí, por ti —afirmó, y Hanbin sintió cosquillas en el estómago y con su cuerpo vibró por completo ante esas tres míseras palabras.

Y tal vez, luego Hanbin entendió el por qué Chaewon había mentido con eso de ser vegetariana.