Capítulo 8.

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No sabía cuánto tiempo había permanecido dormido, su cuerpo entumecido apenas podía reaccionar lentamente a los movimientos que pretendía imponer sintiéndose dolorido y limitado. De orbes adormilados presenciando la pesadez de sus párpados luchando por abrirse, un largo suspiro oyéndose sonoro delató el mal estado físico que sobrellevaba en esos instantes, con los minutos mostrándose eternos mientras luchaba consigo mismo en un intento constante de poder reaccionar enteramente.

—¿Pero qué...?—Conocía aquella habitación, ese olor, esa sensación sofocante que poco a poco le iba invadiendo al caer en cuenta de dónde demonios se encontraba. Las paredes estampadas de conejitos en tonalidad azul, el sinfín de peluches que se encontraban desparramados en el suelo y estantes, aquel edredón infantil perfectamente extendido en la cama donde yacía amarrado de sogas a la cabecera, Jungkook conocía perfectamente ese cuarto después de todo, el mismísimo Vante lo había enviado a decorar para él cuando únicamente era un crío enamorado e ingenuo sin poder hablar.— no puede ser.

—Perrito, por un momento pensé que no volverías a despertar y que en lugar de sedante te había suministrado veneno.—El menor se paralizó unos instantes, mismos dónde sus orbes se fijaron recelosos a la figura que entre sombras, se incorporaba del sofá dónde se encontraba sentado en uno de los rincones, encendiendo la luz abruptamente ocasionando que Jungkook parpadeara molesto viéndose afectado por la iluminación repentina por unos mínimos segundos.—Pero veo que estás en perfectas condiciones.

Fue entonces que pudo verlo. Aquel cabello nuevamente en tono escarlata viéndose rebelde y húmedo aún, tan rojo como la sangre misma, esos orbes grisáceos denotando la maldad de siempre ahora pareciendo mil veces peor, Taehyung vestía una camisa blanca desprendida en los primeros botones permitiendo observar parte de su pecho, arremangada hasta los codos dejándose observar los tatuajes anteriormente hechos años atrás y el brillante Rolex marcando lento el transcurso del tiempo, de pantalón gris formal, zapatos negros, fumando un cigarrillo calmadamente, mostrando sin mucha importancia la forma en que sus manos yacían vendadas quién sabe por qué diablos.

Ese era Vante, su Vante.

—Suéltame, jodida mierda.—Demandó entonces en un tono que Taehyung tomó como enojado, observando divertido la forma en que el menor jalaba de las cuerdas pretendiendo soltarse.—Te dije que me sueltes, suéltame o juro que voy a romper estas mierdas.—Una risa fue entonces la respuesta que recibió Jungkook ante su pedido, un burlar que no duró mucho puesto que el pelinegro se mostró frustrado gruñendo ronco al jalar con suficiente fuerza la zurda para así aflojar las ataduras de modo tal, que prontamente Kim se vió sorprendido cuándo el más pequeño se dignaba a quitarse de manera poco civilizada las cuerdas casi rasgando las mismas.—¡Jodido hijo de puta!

—¿Qué mierda pretendes ha...?—No pudo terminar su pregunta, no cuándo contempló a Jungkook tirar de las sogas con tanta fuerza que sus muñecas se mostraron lastimadas en el proceso, soltándose también de pies con velocidad para así, incorporarse corriendo a sus brazos haciéndolo jadear sonoro.—¿Jungkook?

Pero el pelinegro no respondió, se mantuvo anclado a su anatomía abrazándose a su torso con firmeza, obligando al mayor a tirar su cigarrillo frunciendo el entrecejo sin comprender exactamente de qué mierda se trataba esa reacción, cediendo poco a poco con sus brazos rodeando el cuerpo foráneo, siendo testigo de la manera sofocante en que el más pequeño parecía aferrarse más a él sin querer soltarlo, con este cerrando fuertemente sus orbes escondiendo el rostro en el cuello adverso, presenciando Kim la manera en que su piel se humedecía en el derramar de lágrimas por parte del ojiazul.

𝐀𝐁𝐇𝐎𝐑𝐑𝐄𝐍𝐓 © →Libro 𝐈𝐈. TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora