Capítulo 14.

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El mundo es un círculo repetitivo del destino y lo que ocurre hoy volverá a ocurrir mañana en cualquier otra parte del planeta, Kookie.













El tiempo para aquellos condenados a amar en penumbras es casi incontable e insuficiente, es como una paradoja indescifrable dónde el mundo sucumbe y entre sus pedazos, rondan los sentimientos incomprendidos por la humanidad.

Jungkook comprende esto aún cuando suena complicado, entiende que su corazón está encadenado al de Taehyung teniendo ambos el tiempo contado, los días programados en un destino cruel que acabará en nada más ni nada menos, que su propio trágico final mortal, algo que increíblemente aún sabiéndolo no parece importarle, pues disfruta cada instante cómo si del último se tratase, llevándose toda cosa a su paso, obteniéndolo todo del adverso, volviéndose ambos solamente cenizas de la historia más morbosa pero incomparable de amor en esta y en otras vidas.

Porqué si lectores míos, su amor arrastra un karma maldito, uno que prevalecerá superando tiempos.

En aquellos orbes grises se esconde el peor de lo demonios, uno que desde ese preciso instante donde Jeon Jungkook pisó esta tierra lo condenó para siempre.

Se trata de una droga difícil de obtener pero sumamente potente y mortal, esa cadena perpetua con la única oportunidad de libertad a través de la inyección letal pasando a una mejor vida, es su tormento más inmenso, su única sensación de hallarse vivo, Kim Taehyung es tantas cosas para Jungkook que a veces, se siente como si no pudiera vivir a su lado pero tampoco sin él.

Lo ama y lo odia.

Lo extraña y lo quiere lejos.

Desea matarlo con sus propias manos y a su vez, desea verlo morir entre sus brazos e irse con él.

Quiere asesinarlo si, una parte de él lo ansía mientras otra solo pide a gritos ser exterminado por la mano de Kim.

¿Qué clase de enfermizo amor es ese? o mejor dicho ¿es realmente amor? quizá si, quizás no, pero no importa.

—Es increíble, Kookie— Esa voz, su maldita voz llamándolo, volviéndolo a la agonía de amarlo en la realidad.— aún cuándo has arrebatado vidas que se han llevado tu inocencia, en tus ojos sigue viéndose el cielo mismo y lo más cercano a un encuentro con Dios.

Su cuerpo se estremece bajo el contrario, sus manos se aferran a los anchos hombros del mayor y un gemido agudo emerge de su garganta delatando el deseo acreciente que se incrementa en su anatomía denotando la necesidad incomparable que le provoca el de orbes grises. De mirada cristalina algo cansina, le observa silencioso relamiendo sus cerezos perezosamente mediante una media sonrisa se asoma traicionera casi mofándose de las palabras ajenas, encorvando la espalda ante los movimientos adversos, jadeando a tono bajo mientras sus piernas se separan un poco más dándole mejor acceso al contrario aferrándose a su imponente figura asintiendo quedo, enloqueciendo a Vante con tan solo leves accionares que le hacen verse totalmente magnético, erótico e incomparable, pues no existe ser más moldeado al antojo del susodicho que Jungkook.

Es la escena imperdonable de la lujuria, dónde dos cuerpos se unen volviéndose uno solo, con el ahora rubio menor emitiendo una risita casi infantil a tono bajo tras empujar la anatomía foránea obligando al contrario a girarse en la cama dónde no hace mucho yacen ambos, acomodándose encima de Taehyung con ambas manos acariciando sin vergüenza alguna los pectorales de este delineando con las yemas de sus dedos cada cicatriz, tatuaje y marca encontradas a su paso, intentando memorizar quizá, hasta la mínima cosa de Kim mediante sus azules orbes se fijan a la tormenta incontrolable que es la mirada adversa, perdiéndose en la misma durante unos cuantos segundos antes de sonreírle tontamente al segundo dónde dejaba caer su cabeza, meciéndose lentamente de atrás hacia adelante conteniéndose en sus deseos de saltar sobre la erección ajena.

𝐀𝐁𝐇𝐎𝐑𝐑𝐄𝐍𝐓 © →Libro 𝐈𝐈. TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora