1. ACCIDENTE.

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Camille despertó sobresaltada, se sentía sofocantemente cautiva y por un momento no sabía dónde estaba, quién era o qué la había despertado. Se destapó rápidamente pues era presa de un calor asfixiante. Bajó los pies a lo que debía ser la fría madera de abeto que cubría el segundo piso de su casa pero los volvió a subir al instante pues estaba candente. Fue observando poco a poco hasta que se percató bruscamente de que su habitación estaba ardiendo en llamas, al parecer por culpa del humo no había reparado en este detalle. Se despertó por completo y rápidamente se asomó a buscar sus botas debajo de la cama, que con un poco de suerte no se habrían chamuscado. Al encontrarlas se las puso desesperadamente y con una sábana en brazos corrió a toda velocidad hacia su tocador en el que había un traste con agua, sumergió la sábana y se la puso en la boca para no respirar tanto humo. Se agachó y observó el lugar en busca de una salida, la puerta estaba bloqueada por el fuego, siguió con la mirada hasta encontrar una esquina de la habitación la cual aún no habían tocado las llamas, se apresuró a llegar ahí haciéndose bolita. Afuera se escuchaba ya la campana del pueblo que indicaba que una casa se estaba quemando. Camille intentó tranquilizarse sabiendo que pronto llegaría alguien para ayudarla.

Pegada a la pared se dispuso a encontrar una manera de llamar la atención, de que supieran que seguía viva. De pronto se escuchó cristal rompiéndose y Camille se preguntó por qué era tan tonta, la ventana era la solución, desde ahí podría llegar al techo del recibidor. Se incorporó lentamente, corrió hasta llegar al marco de la ventana ya sin cristal, desde ahí observó como había muchos vecinos acarreando baldes con agua y buscando alguna señal de vida dentro de su casa, pero no pudo divisar a su madre, a su padre o a su hermano.

"Concéntrate Camille, seguro están fuera de tu vista, tienes que escapar"

El marco igualmente ya estaba completamente consumido por el fuego pero Camille se armó de valor y puso la sábana encima esperando que las llamas se ahogaran, se trepó al marco de la ventana y saltó sin hacer caso a los gritos de sus vecinos que le suplicaban que no se moviera. Cayó sin mucho problema en el techo de madera del recibidor y sonrió agradecida pero no le duró mucho la alegría pues de inmediato este colapsó por el peso y las llamas que lo debilitaban. Camille cayó sobre un librero duro, golpeándose la cabeza y perdiendo el conocimiento inmediatamente.

...

Abrió los ojos con una sensación de que había dormido muy poco pues no soñó nada. Sentía algo sobre su rostro fuertemente apretado, se llevó la mano a la sien derecha y notó un espeso vendaje. Entonces se percató de que estaba en una blanca y pulcra camilla de hospital, a sus lados había más camillas con muy pocos pacientes, algunas separadas por cortinas de un horrendo color morado y café, a su izquierda visualizó una mesita de noche que tenía unas flores bien acomodadas en su florero, a su derecha pudo ver de reojo que había una silla mecedora y alcanzó a notar el sol entrando por las gigantescas ventanas, debía ser de mañana y muy temprano, pues no había visitantes ni enfermeras aún. Una sensación de alivio le inundó la mente al sentir su palpitante corazón e inhalar profundamente por la nariz inundando sus pulmones de aire fresco, estaba viva. Empezó a reír de la emoción, esa sensación era aterradora, nueva para ella, aunque poco a poco la risa dio paso a unos sollozos amortiguados junto con una angustia que se impregnó lentamente en su interior reemplazando esa agradable sensación de antes. Permaneció así durante unos minutos que se le hicieron eternos mientras se preguntaba qué había sido de sus padres y hermano, el por qué tenía esa venda y lo mucho que le costaría a su familia volver a construir la casa que con mucho trabajo habían costeado. Una voz extremadamente dulce la hizo salir de su autocompasión.

–¿Cómo te sientes?

Camille se sobresaltó pero se tranquilizó al comprobar que era una enfermera.

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