Capítulo IV

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Lola

Escucho voces encima de mí, abro lentamente mis ojos y veo que hay algunas personas viéndome, estoy acostada en el suelo, el conductor del taxi que me trajo a mi edificio me llama, vuelvo a cerrar los ojos y trato de sentarme. Las dos personas que pensé que eran los engañosos están preguntándome si estoy bien, su parecido es muy real. Me asusto y trato de levantarme de golpe, pero me mareo.

Recuerdo al bebé y de una vez llevo mi mano a mi vientre.

—Señorita, ¿se siente bien? —cuestiona el hombre que pensé que era George anteriormente. Lo miro un poco reacia, solo quiero irme a mi apartamento.

—Sí, gracias. —Tomo mi bolso con fuerza y camino hacia la entrada de mi edificio. Las personas murmuran detrás de mí, pero no les presto atención. Me siento un poco débil. Ese mal entendido sobre esa pareja puso mis valores en el piso.

Llego a la puerta de mi apartamento con rapidez y cierro. Me apoyo en la puerta y boto el aire contenido. Realmente me siento paranoica. Necesito ayuda, esto no lo puedo enfrentar sola. Esas personas tenían mucho parecido a los engañosos, fue tan raro. Dejo el bolso en el recibidor y me dirijo hasta la cocina por un vaso de agua.

¿Un desmayo no le afecta a un bebé o sí? Tengo miedo, espero que esté todo bien. Mejor duermo un rato hasta que llegue Leslie y planeemos su cumpleaños. Ella está muy emocionada por mañana y eso me hace ilusión.

*

Siento que me dan golpecitos en los hombros, despierto de mi ensoñación y me doy cuenta que Leslie me está llamando. Cuando veo su rostro sonriente, le sonrío de nuevo.

—Hola pequeña, ¿cómo te fue hoy en la escuela? —pregunto, mientras me siento en la cama, aun somnolienta.

—Muy bien, Lola. Ya le dije a mis amigos sobre mi cumpleaños —dice sonriente.

—Me parece bien. ¿Qué hora es? ¿Tienes hambre? —me levanto de la cama.

—Sí, tengo hambre. Haz unos bocadillos mientras me baño, ¿sí? —dice haciendo pucheros.

Me rio.

—Cumplirás trece años y actúas como un bebé.

Me abraza con cuidado con el yeso de su brazo, aún le faltan semanas para que se lo quiten.

—Yo seré siempre tu bebé, aunque venga alguien por ahí que me va a reemplazar —murmura riéndose mientras lleva su mano disponible hacia mi vientre. Me rio.

—No serás reemplazada, no digas eso —la reprendo.

—Lola, deja lo preocupada, solo estoy bromeando —replica, negando con su cabeza, pero luego sonríe y camina hacia la salida de la habitación—. Te veo en la cocina, me bañaré rápido.

—Ya sabes cómo hacer con el yeso, ¿cierto?

—Lola, siempre me preguntas cuando voy a bañarme, llevo casi un mes con esto. —Alza su brazo enyesado.

Ruedo los ojos.

—Me preocupo por ti.

—Lo sé, pero ya te he dicho varias veces que ya sé hacerlo sola.

—Está bien, ve a bañarte, hueles a sudor adolescente —digo riéndome. Ella pone los ojos en blanco, bufa y sale de mi habitación.

Me dirijo hacia la cocina para prepararle los bocadillos a Leslie. Tuesto el pan, luego le agrego jamón, queso y alguna que otra salsa. Busco en la nevera jugo de naranja y le sirvo un poco en un vaso, busco servilletas y coloco el plato con su emparedado en la mesa, esperando por ella. Vuelvo a la cocina a prepararme uno también, muero de hambre. Recuerdo que con todo el percance de más temprano, se me olvidó comer.

NO DIGAS NADA Y ÁMAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora