Capítulo I

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Si me dijeran que iba a estar embarazada casi a los veinticinco años, que dejaría de trabajar en un sótano y que el padre de mi hijo o hija es mi jefe, además que Leslie está viviendo conmigo y que me enamoraría de alguien comprometido que me dejó con un corazón roto, no les hubiese creído.

Esta semana no ha sido fácil, luego de haber leído el positivo en esa prueba de embarazo, mi vida cambió. No sé si para bien o para mal, pero ya después de unos días, estoy decidida que le daré la mejor vida a este bebé, a mi hermana, a mí. Me duele demasiado saber que Roger no estará conmigo, que mi bebé no sabe aún si su padre lo querrá, lo aceptará, pero lo que tiene que estar seguro es que yo lo amaré para toda la vida.

Recuerdo su cara, sus ojos transmitían tristeza, pero no podía caer de nuevo, no ahora que debo ser fuerte por mi bebé. Roger me rogó que lo perdonara, me dijo que me amaba y yo simplemente le dije que no.

—Te lo dije, muchas palabras, pocas acciones musito.

—Esta vez será diferente, lucharé por ti, rubia hermosa. Sus palabras me dañan, por más que quiera, no voy a dar el brazo a torcer. Ya no.

—Adiós Roger digo firmemente.

—Lola, espera... me llama casi en un susurro.

Me volteo y camino rápido hacia la salida, sigo hasta la puerta sin mirar atrás.

Recordar el momento en que dejé de verlo y caminé hasta el auto donde me esperaba Raymond, me dolió. Mi corazón se redujo a nada, llegué al auto llorando a mares, Ray solo me abrazó y me dijo que las cosas mejorarán. Yo negaba con mi cabeza, todo había cambiado, y lo que más me duele es que lo amo, pero no creo en sus palabras, después de tantas mentiras, no sé cuándo dice la verdad.

Me llevo mi mano derecha hacia mi vientre, allí estaba creciendo una ilusión muy grande, no esperé ser madre tan joven, quería estar estable para cuando llegara este momento, tener a alguien que me amara, y fuéramos felices. Pero si así iban a suceder las cosas, lo iba a aceptar.

Me veo en el espejo de mi habitación, estoy en solo ropa interior, debo ir a la oficina pero antes de vestirme quise apreciar el pequeño bulto que hay en mi vientre. Sé que está muy pequeñito, que ni siquiera se mueve como para sentirlo pero me ha dado guerra este último mes, los vómitos y los mareos no han cesado. El médico me dijo que para el cuarto mes podrían quitarse del todo. Ahora duermo más, porque siempre me siento cansada.

El primer eco del bebé fue el viernes pasado, antes de ver a Roger, Raymond me buscó antes del almuerzo, luego me dejó en la empresa y me buscó de nuevo al salir.

En la mañana estaba muy nerviosa. Después de que Raymond y yo viéramos el resultado fue un caos entre lágrimas, abrazos y felicidad por parte de él, porque sería tío. Un médico me atendió en urgencias, me recetaron un tratamiento para las náuseas y vómitos, suplementos vitamínicos y me refirieron a un ginecólogo obstetra, la consulta era el viernes y fuimos, Raymond me acompañó, pero no quise que entrara a la consulta conmigo, me disculpé mucho con él, pero esto lo iba a enfrentar sola, aunque sé que en el fondo solo quería que fuera Roger el que estuviese conmigo.

Estamos esperando que la asistente del médico me llamara para poder entrar, mi turno era el siguiente. Mis manos tiemblan, muerdo mis labios y mi pierna derecha no deja de moverse inquietamente. Siento con la mano de Raymond se posa en ella.

—Tranquila, todo estará bien. —Me soba la rodilla con su mano, miro en su dirección y él me está sonriendo.

—Gracias por estar aquí, Ray. Lo aprecio mucho, eres un gran amigo —digo, colocando mi mano sobre la suya, le doy un pequeño apretón.

NO DIGAS NADA Y ÁMAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora