Capítulo III

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Esta semana también me he negado en ver a Roger y contarle la verdad, no estoy preparada para enfrentarlo y decirle la noticia del año. Raymond está un poco molesto conmigo porque me dio una semana más para decirle, y llevo dos semanas ignorando el tema. Leslie está pensando en hacer huelga de hambre para que yo pueda dar ese paso hacia Roger. Su cumpleaños es mañana y está muy emocionada.

Tengo nueve semanas de embarazo, estoy entrando al tercer mes, pronto será la consulta correspondiente del mes con el obstetra y quiero tanto que Roger esté pero no puedo hacerlo, no todavía. No sin antes hablar con Marie.

Raymond me dijo que nuestro encuentro sería hoy en el hospital donde se encuentra hospitalizada Marie desde hace semanas, me contó que está delicada de salud pero que necesitaba hablar conmigo hoy, no otro día. Así que aquí estoy, en la entrada del hospital de Seattle con los nervios a flor de piel, con mis manos temblorosas y con hambre porque no pude comer bien en el almuerzo a causa de los nervios y la preocupación en lo que dirá Marie.

Mi teléfono suena, como lo llevo en la mano puedo ver el mensaje de Raymond.

Raymond:

Zona despejada. Marie está solo conmigo. Habitación 219.

Respiro hondo y me dirijo a donde me indicó.

Vine a escucharla y a disculparme con ella. Raymond me ha contado que ella es una buena persona, ha sido la mejor amiga de Roger desde la secundaria. Eso me hace tener un poco de celos pero me da curiosidad del por qué no se enamoró de ella en tanto tiempo.

Llego a la habitación que me indicó mi amigo, respiro hondo de nuevo, agarrando fuerzas para enfrentarme a esto. Acomodo mi vestido un poco holgado de color lila, he estado usándolos últimamente, un pequeño bulto se nota en la parte baja de mi abdomen pero cualquier pensaría que he engordado. Leslie y Raymond dicen que aún no tengo cara de embarazada. Así que no creo que Marie sospeche.

Toco la puerta dos veces, muerdo mis labios con nerviosismo. Espero unos segundos y veo como el menor de los hermanos Butler abre la puerta y esboza una sonrisa para mí.

—Hola, hermosa Lola —murmura, saludándome—. Ella te espera, está en el baño en estos momentos. Espero que se entiendan y puedan hablar correctamente. Ella me importa mucho, Lola... es una persona importante para mí también.

Me sorprendo ante sus palabras, pero le doy un asentimiento y ladeo una pequeña sonrisa. Él se despide y sale de la habitación dejándonos a Marie y a mí en ella con muchas cosas por contar.

La puerta del baño se abre y una Marie en una bata de hospital sale de él, lleva consigo el colgador de su suero intravenoso, como la primera vez que la vi. Su cabello sigue corto, es de color negro y está muy bien arreglado para estar hospitalizada. También noto que está un poco maquillada.

Ella se da cuenta de mi presencia y esboza una sonrisa con sus labios cerrados.

—Hola... —mascullo.

—Pasa, bienvenida. Estaba esperando por ti —dice con una voz aguda casi en susurro.

Ella se ve un poco pálida, sus labios están agrietados, a pesar de que lleve maquillaje. No se ve como la chica de hace algunas semanas atrás. Observo como una vía intravenosa se encuentra en su brazo conectada a un suero.

Le doy una sonrisa ladeada aunque creo que fue un poco más como una mueca.

—Raymond me dijo que podía entrar.

NO DIGAS NADA Y ÁMAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora