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Fuego y mar de lava, obscuridad, agonía y sufrimiento, un sin fin de escenarios Impredecibles.

Tanto se decía de ese lugar, el infierno como solía decirse, las consecuencias que cualquier pecador obtendría.

Hacia años que ambos eran conscientes de los resultados sobre sus acciones y decisiones. Algo aburrido seguir las reglas que se suponía todo ser humano debía obedecer.

Un ángel que se convirtió en la más gratificante tentación y el diablo acogiéndolo entre sus brazos abriendo paso no solo al deseo carnal si no al sentimiento más puro, si al menos había algo bueno en tanta mierda envuelta.

Y de nuevo la impaciencia aparecía, Jungkook ya se encontraba desde temprano en un cuarto no muy lejos de donde lo conoció por primera ves, habían adaptado el lugar solo para ellos dos, nadie más sabía ni tenía permitido entrar y es que con el tiempo comenzó la molestia de tan solo imaginar a otros hombres invadiendo algo que con el tiempo sabía le pertenecía, algo nuevo que aprendió de sí mismo era lo posesivo, ¿sorprendente?, por lo menos para el si lo era.

Si bien le había costado y era algo con lo que no estaba de acuerdo en un inicio se dio por vencido al pensar en un ¿porque no?, que podía perder más en su vida, vivió bien y se acostumbró a la soledad que la vida le permitió y así quiso en un inicio, un hombre que se decía no solía tener sentimientos y ver solo por sus intereses y no es que fuera ingenuo e ignorante ante los sentimientos que podía él llegar a desarrollar por alguien pero a pesar de todas las cosas que hacía y el tiempo que llevaba haciéndolas hacía que olvidara la posibilidad que pasara. Imaginar que aquel chico le robaría lo poco de humanidad que albergaba en el, su corazón latiendo y su mente llena, su olor y perfecto cuerpo amoldándose al de él lo volvió loco, ansioso de ser solo el, el dueño.

La mañana pasó rápidamente dejando un cielo anaranjado, el sol ocultándose dejando ver unos minutos más tarde las primeras estrellas que adornarían la noche. Jimin salió solo en pijama, el solía dormir en unas de las recámaras que la iglesia brindaba siendo solo el, el único en quedarse, camino lento por los pasillos estrechos y fríos alumbrando solo con una vela la obscuridad que empezaba a notarse a su alrededor, aún estaba nervioso y aunque ya no quería seguir pensando sobre seguir lo que anteriormente había querido surgían dudas sobre si Jungkook no se acobardaría a ultima hora, solo esperaba no ser el único ansioso y creer en sus palabras, con su mano libre en el pecho y el viento soplando ligeramente en un par de minutos ya se encontraba llegando, solo un poco más y ya se encontraba justo enfrente de la puerta de madera, un par de chozas a medio construir y lo empolvado de los alrededores demostraban lo abandonado del lugar, sin duda habían elegido bien, ahí nadie los interrumpiría o al menos no serían testigos de lo que sea que pasase ahí dentro.

El chirrido de la puerta alertó a un Jungkook que se encontraba poniéndose de pie en el instante que logró divisar el cuerpo de Jimin, Ho por los dioses no sabría cómo describir las sensaciones que su cuerpo comenzaba a brotar desde lo más profundo, solo podía saber lo bien que se sentían y por el momento era suficiente para el.

—Llegaste.—

Jimin cerro cuidadosa mente quedando quieto viendo la puerta, de pronto su valentía parecía esfumarse al percatarse de que si había llegado el castaño, apagó su vela volteando lentamente logrando verlo ahí de pie como si esperara algo de su parte y no fue hasta ese momento que fue consciente de el ligero temblor de su cuerpo y corazón latiendo con fuerza que ya se encontraba caminando ansioso a su encuentro, no fue el único pues unos brazos cálidos lo tomaron de la cintura aprestándolo en un dulce abrazo, algo que aunque fuese raro para ellos hacer lo agradecía.

—Enserio pensé que no vendrías.—

Jimin levantó la mirada encontrándose con esos ojos obscuros, delatando por un momento temor y ansiedad, sonrió de lado tratando de calmarlo.

Lascivia (Jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora