Lascivia (Jikook)

2

Un mes y Jimin ya se encontraba al punto del colapso.

"Simplemente idiota"

Se repetía a sí mismo mientras entraba a su habitación, años y él se sentía estancado en el mismo lugar.

Dejándose caer en su cama improvisada cerró sus ojos dejándose llevar por el cansancio acumulado, cuanto tiempo había pasado sin dormir adecuadamente, el lo sabía, no debió seguir aceptando a ese chico pero cómo hacerlo si de algún modo este encontraba la manera de meterse entre sus sábanas y arrastrarlo a sus más oscuras fantasías y es que jodia tan exquisito que su cuerpo ya se había acostumbrado a sus caricias.

En tan poco ya se había ganado una parte de él y lo odiaba, no cedería y no porque no quisiera pero simplemente había creado una barrera que le impedía algo sentimental por simple seguridad.

Pero su martirio empezó hace más de un mes donde había decidido ya no verlo más, si no se hubiera dado cuenta que algo había cambiado lo más probable era que hasta ese momento seguiría encontrándose con el y alguien ahí hubiera resultó herido y claro que no quería ser el, pero cuando lo veía o incluso sus toques que se habían vuelto más suaves que en un principio su corazón se volvía loco, juraría que le daría un paro cardiaco de tantas cosas extrañas que le empezaban a desbordar desde dentro.

¿Debería ceder y simplemente dejar a qué punto las cosas escalarían con el tiempo?.

—No, joder. No se lo que me hiciste pero no, no y no.

Con demasiado sueño decidió dejarlo en paz por esa noche, el mismo buscaría la manera de olvidarlo y seguir con su vida.

A la mañana siguiente se levantó más tranquilo que de costumbre era extraño pero de cierta forma lo agradecía, hoy el encargado de dar una platica religiosa de esa iglesia lo llevaría con él a otra a las afueras de la ciudad, necesitaba estar en la mejor de sus condiciones, había pospuesto estar con otros hombres y hoy sería el día en que lo retomaría.

La tarde parecía ser cálida y el viento recorría tibio asegurando un día soleado, Jimin salió listo ya con su común vestimenta, una bata larga color blanco perla, en su cuello un largo collar con una cruz al final de esta y cargando entre sus brazos un bolso con las cosas que regularmente ocupaban, unas dos horas y ya se encontraban llegando al lugar.

Una ceremonia larga empezó donde el solo tenía que estar de pie esperando, de soslayo miro alrededor y con calma espero a que todo terminara, guardando todo al final como siempre su atención se vio en un hombre algo mayor que el, este se le acercó en el momento que el lugar se encontraba ya vacío.

Y de nuevo algo en él le decía no.

Con una sonrisa fingida acepto la propuesta, "es lo correcto" se decía mientras caminaba recorriendo los fríos pasillos del lugar guiando al hombre que ya había pagado muy bien con anticipación.

—Está bien aquí,— Hablo entrando a una habitación donde solo había una vieja cama con unos pequeños burós empolvados a los costados.
—estos lugares tienen infinidad de habitaciones que nadie ocu—

El desconocido hombre lo tomó desprevenido estampándolo de frente en una de las frías paredes sacándole un quejido, el cuerpo de este lo aprisionó ahí pegándose descaradamente en su cuerpo, sus manos torpes y desesperadas tocándolo sin pudor con su aliento rancio rozándole la nuca, por primera en un largo tiempo de nuevo se sentía asqueado.

—E-Espera, duele.

Pero no se detuvo.

—He pagado lo suficiente por ti, tú trabajo es obedecer hasta que quede satisfecho.