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𝙉 𝘼 𝙍 𝙍 𝘼 𝘿 𝙊 𝙍 𝘼

Jazmín sufrió un espasmo y se levantó con brusquedad, jadeando y tratando de ubicar en qué parte estaba.

No, no era su casa, olía a café y a un perfume tan lejano a sus recuerdos, y no, no era de su hermano o de Mateo.

Palmeó el colchón y sintió un cuerpo acostado alado de ella, espantándola más. Pero como era jazmín, se fijó y se dio cuenta que era Iván.

Su amado Iván.

Jadeó tranquila pero nerviosa, y se levantó de la cama con cuidado y algo temerosa, no conocía la casa y tampoco los interruptores de luz.

Abrió la puerta y bajó, pisando con miedo cada una de los escalones con inseguridad, agudizando sus cinco sentidos y sintiendo una sobrecarga sensorial.

Se tambaleó y sintió como todo se volvía más pesado de nuevo, obligándola a equilibrarse aferrándose al barandal, perdiendo el autocontrol.

No sabía dónde estaba, si tenía sus medicamentos, su celular ya estaba roto posiblemente, Iván parecía un tronco durmiendo, y ella era lo suficientemente tímida como para pedirle más ayuda.

Simplemente se agachó, acostándose en el suelo que yacía después las escaleras, tratando de finalizar con sus alucinaciones.

Gruñó al no poder, mientras se levantaba con brusquedad y corría hacia donde el olor de Iván se volvía más fuerte, un baño.

Ahí se encontraba ese perfume, ya lo había memorizado completamente, y aprovecho a imaginar cómo olería Suga de BTS.

Abrió el fregadero y se lavó la cara, observando el espejo, viendo esas sombras desconocidas para ella, quien la miraban y juzgaban en voz alta.

Observó de reojo una tijera y una rasuradora, sacándole una sonrisa pícara y algo maniática; su segundo nombre era estilista.

Agarró las dos cosas y comenzó a cortar mechón por mechón, tarareando la bzrp session de Zaramay, cortando en capas su fino cabello.

Ella en serio se odiaba.

Agitó la cabeza y botó todo el pelo a la basura, pero un pensamiento muy intrusivo llegó a su cabeza, provocándole un espasmo.

— Cortate — una desconocida sombra se lo murmuró en el oído, acariciando con sus dedos húmedos por la tierra su cuello, soltando una risilla macabra y perturbadora. — ¿o sos una maricona de mierda?

— Callate. — gruñó hacia ese pelinegro de que medía más de dos metros (posiblemente), mientras observaba una cuchilla de la rasuradora, como si fuera su perdición.

— Hacelo , Jazmín, ¿qué te detiene?

Agarró el estilete y comenzó con cortadas nada suaves.

Las tiritas de sangre brotaron, y luego, un insoportable ardor en la piel, acompañada con una picazón.

La chica jadeó, pero siguió con cada uno de los
cortes, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas, junto a unos sollozos nada disimulados.

𝗟𝗢𝗩𝗘 - 𝗦𝗽𝗿𝗲𝗲𝗻𝗗𝗠𝗖. (CORREGIDA.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora