Mi vecina de al frente II

28. Isabelle Veitia

Isabelle Toledo

-¿Estáis segura hermana? – pregunta Iker y asiento –
- Fernando te pido que estéis siempre con nuestra hija – le digo al moreno y asiente aterrado –
- ¿Vas a volver? – pregunta mamá con la voz rota –
- En algún momento lo haré, mi hija es lo que más me duele dejar – respondo y papá abraza a mamá –
- ¿Por qué no dijiste antes? – pregunta Ana cabreada –
- Porque la respuesta la tuve hace cuatro días y apenas yo lo asimilaba – respondo y sus ojos están cristalizados –
- Permiso – dice Trini y sale al jardín –
- Esto no es fácil para mí tampoco, pero necesito que estén unidos por mi hija – pido y todos asienten – Iker no permitas que le pase nada a Alessa, por favor – pido con la voz rota –
- La cuidaré hermanita, lo prometo – responde y me pongo de pie para abrazarlo –

Me disculpo con todos y salgo al jardín trasero, veo a Alessa jugando con Francisco y con Galilea mientras Toto los persigue, camino hasta donde esta mi hermana y me siento a su lado, escucho un suspiro y volteo a verla, ella en cambio sigue mirando a nuestros hijos y sobrina.

-¿Es por ella verdad? – pregunta y miro al frente –
- Dejé una carta en el cajón de mi mesita de noche – digo suavemente – dásela cuando me vaya y por favor, que nadie la tomé primero – digo y siento su cara en mi hombro –
- Te voy a extrañar tanto – susurra y asiento –
- Y yo a ti, cuida de mi pequeña, te lo ruego – susurro y volteo a ver a Trini quien se aleja –
- Lo prometo – susurra y la abrazo –
- Te amo hermana – digo y me abraza fuerte –
- Te amo hermanita – susurra y siento un nudo en la garganta –

Después de enterarme del engaño de Fernando, decidí meter currículos en otros lados, incluso países y después de una reunión con Vilarte, se comprometió en ayudarme, no me preocupé y aunque no lo creía, siempre tuve la esperanza de conseguir un trabajo lejos, ahora que lo tengo me da miedo y terror dejar a mi hija pero sé que estará bien cuidada incluso con Fernando.

Hace cuatro días me llegó la notificación de Stanford donde quieren hacerme una entrevista por el trabajo en la carrera de Francés, para el lunes debo estar en Estados Unidos y el martes sería la entrevista a primera hora, estoy aterrada y no por quedar, confío en mi experiencia, pero es aceptar que puedo quedarme en otro país y no ver a mi hija, es pensar que mi hija me odie por esto, es alejarme y no verla crecer, es todo a la vez.

Y luego esta ella, es necesario alejarme si quiero que ella esté bien, admito que me duele pero mi hermana es primero y lo lamento por mis sentimientos pero no sé competir con ella, Ana María es tan importante para mí que prefiero correr como una cobarde que tener su odio.

Después de un rato vuelvo a entrar a casa y Fernando se disculpa para despedirse de Alessa, yo subo a mi habitación y me encierro, estamos a miércoles y mi vuelo es el viernes, la misma universidad se comprometió en pagarme un departamento, al menos después de aceptarme, por los momentos ya reservé una habitación de un hotel hasta saber si quedaré en Stanford o no, el vuelo si ya está listo y pensando en ello decido entonces arreglar mi maleta, parece temprano pero prefiero correr por otras cosas y no por empacar, así también pienso en algo más que no sea Alanys Schuld.

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Días después…

Sin darme cuenta los días terminaron de pasar y ya es viernes por la noche, estoy en lo que es una última cena familiar donde incluso están mis colegas y Fernando, todos sonreímos y a la vez lloramos, para ninguno es fácil aceptar que me voy, menos para mí.

-¿Estaréis bien? – pregunta Carla y asiento –
- Mientras sepa que vosotros lo están y mi hija, yo lo estaré – respondo y asiente –

Miramos a los niños jugando y se acercan Igor, Julia, Iñaki, Pilar, Trini, Ana María e Iker, se sientan con nosotras y comenzamos a hablar de todo un poco, recuerdos vienen y nos reímos a carcajadas, también lloramos y nos abrazamos, mis padres aparecen y avisan que Fernando se fue, pero que mañana viene y asiento, se sientan con nosotros y ahora hablan de cuando éramos niños.