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...

Ser libres de hacer lo que quisieran durante los días restantes en Italia no fue sencillo.

Salir del hotel era todo un reto. Los paparazzi no se perdían un solo segundo de sus presencias aún cuando solo salían al lobby. A través de las puertas tomaban fotografías o en los momentos en los que salían escoltados por guardaespaldas no faltaba algún reportero haciendo preguntas.

Ni siquiera estando en un país diferente eran exentos de la prensa o gente que los reconociera al ir por un café, sin embargo, la última noche en ese lugar todos acordaron salir a la terraza para tener un momento de tranquilidad juntos, y poder cenar algo a domicilio.

Chuuya se vistió tan cómodo como le fue posible, no quería parecer un modelo, ya había tenido bastante de ropa ajustada, solo quería algo holgado que lo hiciera estar relajado.

Se miró al espejo de cuerpo completo antes de salir sintiéndose satisfecho. Su aspecto era bueno, se había dado una ducha antes y esperaba no sentir frío cuando se hiciera más tarde.

Al abrir la puerta se exaltó por completo. —¡DAZAI! —le reclamó asustado de verlo con la mano alzada como si hubiera estado apunto de tocar la puerta. Le había causado un buen susto.

—Lo siento, estaba apunto de... —sus ojos observaron hipnotizados de pies a cabeza la vestimenta de su modelo estrella. ¿Cuánta belleza podía poseer un ser humano? Chuuya debía ser una clase de dios reencarnado, porque algo así no era normal. —Te ves precioso.

Nakahara no sabía si era un halago común y corriente como el que le pidiera haber dado meramente por cortesía aún si se hubiera vestido de la forma más elegante posible, pero la forma en que el castaño lo miraba era suficiente para comprender que no era así.

—Voy bastante sencillo. —dijo jalando el borde de su suéter color crema, señalando lo holgado que era para su cuerpo.

—La sencillez puede ser bastante hermosa.

Simples palabras sonaron en la cabeza del pelirrojo como un perfecto poema dicho en persona por algún poeta famoso de la época antigua, ¿Cómo podía causarle tal emoción escuchar algo así? No era normal que sus piernas temblaran mucho más que cuando estuvieron aquella vez en su casa.

—Vayamos a la terraza. —atinó a decir para ignorar que se estaba derritiendo en su lugar, pero Dazai negó ondulando sus rebeldes cabellos de un lado a otro. —¿Eh? ¿Por qué no?

—Déjame besarte un poco. —pidió inclinándose hacia delante con su mirada coqueta esperando una respuesta.

Chuuya no pudo evitar sonrojarse al instante, ¿Se lo estaba pidiendo así sin más como si fuera un simple abrazo entre mejores amigos?...

Tampoco iba a negarse.

Asomó la cabeza mirando a ambos lados del pasillo y jaló del bleizer azul marino bien planchado de Dazai, haciéndolo entrar rápido en su habitación. —¿Eso es un si?

CEO Dazai || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora