𝓫. 𝟢𝟢𝟧

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OMNISCIENTE

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𝐂𝐀𝐋𝐈𝐒𝐓𝐀 𝐏𝐑𝐎𝐂𝐔𝐑𝐀𝐏𝐀 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐄𝐍𝐄𝐑 la emoción que le arrollaba como un camión en el momento. Sus padres recién habían interrumpido su hora de estudio en su habitación al pedirle que bajara dentro de unos minutos, pues tenían una sorpresa para ella.

Por supuesto que no desaprovechó la oportunidad para llamar a sus dos amigas a su habitación. Las dos extranjeras abandonaron sus respectivas habitaciones para poder compartir la euforia con Calista, que parecía querer explotar de la incertidumbre en cualquier momento.

—¿Y si es un cachorro? —sugirió Ariadne, dejando su móvil de lado para ayudar a su amiga a adivinar.

—Lo dudo, mamá es alérgica a ellos y papá los odia. —negó la estudiante, irguiendo su cuello por las ventanas para ver si algo se veía en su patio.

—A lo mejor y son un par de gafas. —comentó Gabriella, observando sus uñas.

—¿Para qué quiere ella gafas? —Ariadne arrugó su nariz.

—Eso. —señaló la pelinegra. —Además, ya tengo unas.

—Pues parece que no te funcionan mucho. —continúo.

—¿A qué viene eso, Gabi? 

—No sé, digo... te hacen falta para darte cuenta del noviecito ridículo que tienes.

Mientras Ariadne soltaba una carcajada por lo dicho sobre Mario, Calista suspiró con cansancio, observándola con una mirada cansosa y algo de incomodidad. Era la quinta vez, contadas, que tocaban ese tema desde la semana pasada en que sus amigas llegaron a Barcelona. Gabriella y Ariadne no habían perdido el tiempo en criticar al novio de la mujer, hallándole demasiado defectos como para poder ser algo bueno en la vida de su amiga.

BASOREXIA | pedri gonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora