| •☯• | 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 Ⅳ

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𝔄𝔪𝔦𝔰𝔱𝔞𝔡 𝔭𝔞𝔠𝔦𝔢𝔫𝔱𝔢 𝔶 𝔬𝔱𝔯𝔞𝔰 𝔥𝔦𝔰𝔱𝔬𝔯𝔦𝔞𝔰

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𝔄𝔪𝔦𝔰𝔱𝔞𝔡 𝔭𝔞𝔠𝔦𝔢𝔫𝔱𝔢 𝔶 𝔬𝔱𝔯𝔞𝔰 𝔥𝔦𝔰𝔱𝔬𝔯𝔦𝔞𝔰

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               CUANDO TODO EMPEZÓ, LUKA TENÍA quince años, un joven al que solo le faltaba la correa para reflejar su lazo sanguíneo. Nacido en cuna de oro, se le inculcó que los artistas vivían para complacer a la nobleza, dado que la familia imperial patrocinaba a la mayoría. No obstante, era imposible que compartiera este pensar, aun siendo el futuro emperador de Oriente.

Su madre no se oponía a su interés por la música, la pintura, o intereses más drásticos, como convertirse en un samurái; siempre y cuando no sustituyera el trono con sus gustos temporales. Pero desconocía el profundo resentimiento de Luka hacia el reconocimiento generacional en vez del propio, razón por la cual el imperio de Occidente se hizo de poder a través del arte. Era un secreto a voces que las culturas de Oriente tenían un fanatismo por las artes antiguas y la magia de antaño. Aunque a esas alturas, perdían fuerza en donde se llamaban expertos.

Así sonara políticamente prometedor, T/N (CHLOÉ) no se valía de un único dato en su investigación de la familia imperial de Oriente. El trasfondo venía en la premisa de la historia original, en la que Luka, príncipe heredero de los Couffaine, se enamoró de la hija de un panadero del imperio de Occidente: Marinette Dupoin-Cheng, familia que se instaló después de una contienda que los desfavoreció en su lugar natal. Era descrita como la única capaz de animar su corazón y encender su grandeza y esperanza, por lo que Luka entregó todo por ella. Evidentemente, la dulzura, empatía y proeza recabada en Adrien, terminó por conmover a Marinette, al punto de complementarse. Ambos, con talentos innatos y fuerza de voluntad, lograron estar juntos. Luka, después de aceptar su derrota, vivió tal como lo prometido, pero sin olvidarse del amor al que una vez dedicó tanta devoción. Nunca más se volvió a enamorar ni desear a otras mujeres.

—¡Es imposible! —suspiró T/N (CHLOÉ), sentada en el comedor del jardín imperial, a la espera de Adrien, quien no tardaría en regresar con una bandeja llena de té y galletas, un aperitivo digno de la lectura que compartirían esa tarde.

Transcurrieron tres semanas en las que asistía al palacio a convivir con Adrien, sin avanzar en su meta desde esa tarde en el estudio. Planeaba hacer más; por ejemplo: que los sirvientes estuvieran presentes en cada reunión. Y como una mala jugada, dejaron de hacerlo luego de esa visita. T/N (CHLOÉ) dedujo que el emperador receló sus acciones, dando como resultado un berrinche ante aquello que sale de su control.

Analizando una mejor estrategia, llegó a pensar en Luka, pero solo habría una ocasión de encontrárselo, y eso sería en la adultez. Lo complicado apuntaba a su personalidad, más fría que el mismo invierno, además de ser tan estricto con las leyes y la moral. Las posibilidades de contactarlo mucho antes eran nulas. Y así fuera que terminara por hablarle en unos años, ella no era Marinette, no derramaba dulzura y ternura ni era tan extrovertida para dirigirle la palabra sin un propósito.

EL SUEÑO DE LA VILLANA | Chloé BourgeoisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora