único

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El pitido final retumbó en sus oídos y luego de eso cualquier otro sonido se volvió lejano. Sintió como la fuerza desapareció de su cuerpo, hundiéndose más en su asiento. Su vista fue a parar a sus compañeros, todos estaban cabizbajos, luego miró hacia el centro del campo, el equipo rival festejaba, camisetas rojiblancas eran agitadas en el aire. Thiago quería quitar la vista de esa escena, sabía que no le hacía bien, pero no podía y no dejó de hacerlo hasta que las lágrimas en sus ojos se lo impidieron.

La caminata hasta el escenario donde recibirán la medalla de segundo puesto y la espera en el mismo lugar fue tortuosa, sentía que los minutos pasaban muy lentos, que todo a su alrededor sucedía en cámara lenta. 

Su cuerpo se sentía débil, la tristeza lo consumía cada vez más, estaba sacando fuerzas de donde no tenía para no llorar. Su mirada estaba clavada en el piso, porque mire donde mire había hinchas del equipo rival festejando. Estaba detestando con toda su alma las líneas color rojo y blanco. 

Su turno de recibir la medalla llegó. Las miradas de todas esas personas que entregaban las medallas y saludaban a cada uno de los jugadores estaban acompañadas con sonrisas penosas y él no pudo devolverlas, solamente estaba serio, si fuera por él ya se habría ido del estadio. Una vez que el pedazo de plata quedó colgando en su cuello, las lágrimas se acumularon en sus ojos. Quedaron segundos, perdieron miles de chances, él no pudo jugar y encima quedaron en segundo lugar. 

Ya arriba del colectivo el ruido cesó un poco, había hinchas que estaban festejando allí afuera y cuando los vieron partir les chiflaron. Estaba harto, ya no aguantaba ese ambiente. Deseaba poder teletransportarse a su hogar, acurrucarse en su cómoda cama y llorar hasta el cansancio. 

El viaje fue tranquilo, era un trayecto corto, fueron con las luces apagadas y en un silencio sepulcral. Al llegar al destino saludó a la gran mayoría de sus compañeros, abrazando con fuerza a algunos y luego partió hacia su casa. 

Le había dicho a sus padres que no quería estar con ellos, odiaba que lo vean en ese estado, así que les pidió por favor que lo dejaran solo, tal vez al otro día podrían juntarse.

Abrió la puerta de su hogar, siendo recibido por la soledad. El contraste de estar con sus compañeros y luego llegar a su casa, más en los días tristes, era un golpe fuerte.

Dejó su pequeña mochila en el piso, al lado de la puerta. 

Iba decidido hacia su habitación, estaba pensando si bañarse o no, tal vez eso lo ayudaría a dormir más rápido. Pero una luz en la cocina llamó su atención. 

A paso lento caminó hacia allí. Cuando le quedaban unos pocos metros los nervios aparecieron, se estaba empezando a asustar, ya que él había dejado todas las luces apagadas.

Al ver esa figura en la cocina quiso gritar, pero no pudo, solo atinó a abrir enormemente sus ojos y llevarse sus manos a la boca en señal de sorpresa. 

— Al fin llegas. 

— ¿Qué- qué carajos? -Habló tartamudeando, aún sin moverse de su lugar, no podía. 

— Hola, mi amor, yo también te extrañé. –Continuó hablando el ex jugador de Central. 

Gino bajó de la butaca donde estaba sentado y se acercó al estático cuerpo de Thiago. Posó sus manos en la pequeña cintura de su novio –que por cierto lo vuelve loco– y lo miraba con una sonrisa divertida en su rostro. — ¿No me vas a saludar? Si sabía que me ibas a recibir así ni venía. –Comenzó a separarse del cuerpo del más chico, fingiendo estar ofendido. 

Después de varios minutos en un trance, Thiago reaccionó y se acercó con rapidez a Infantino, abrazándolo por el cuello, hundiendo su rostro allí. Gino le correspondió al instante. 

Segundo en la Cancha, Primero en Tu Corazón [ Thiago x Gino ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora