Habíamos quedado a las 9 de la noche en la puerta del asador de pollos "Hong Kong", me presenté, puntual, media hora antes. Estaba bien afeitado, arreglado y con uno de mis mejores chándales. Es importante tener buena presencia en las primeras citas y mostrar el mejor atuendo que uno tiene.
Mientras esperaba me pedí una coca cola en el asador y me puse a mirar mi móvil sentado en el banco de enfrente. Por muy bien que fuera esta cita, no puede uno solo conformarse con una sola chica; cuantas más, mayores posibilidades. Por lo que me puse a seguir con mi rutina de darle a likes a todas las chicas que aparecían por Tinder.
Pasados 5 minutos de las nueve recibí un mensaje de Eleanor, se había equivocado de calle, que si podía esperarla 15 minutos más. Un simple intento de aparentar interesante pensé, por lo que respondí que no demorara mucho más, que un partidazo como yo no puede estar esperando indefinidamente a una chica que no vale más que un 3 como es ella.
No recibí respuesta, pero al cabo de 5 minutos apareció doblando la esquina de la calle. Hice de tripas corazón, ya que el panorama que tenía frente a mí era completamente desolador.
Eleanor era una chica bajita, de un metro 40 aproximadamente. Su pelo moreno estaba completamente alborotado, como si tuviera dificultades para poder domarlo con el cepillo. Su cara, un espanto, plagada de granos cual paella, cosa que no era mejorada precisamente por el parche que llevaba sobre su ojo izquierdo. El ojo derecho simplemente bailaba de un lado al otro. Su media sonrisa cubría uno de los mayores horrores que ningún dentista haya tenido a bien conocer. Con su bastón iba dando golpes a un lado y al otro para no poder tropezar debido a que poseía severas dificultades para ver.
Lo único que la salvaba, eran sus pechos, enormes, aun debajo del horrible suéter rojo que vestía en pleno verano. En su torso se podían observar ambos bultos grandes y oscilantes a cada paso que la pobre muchacha alcanzaba a realizar.
La caballerosidad nació en mí, me acerque rápidamente a ella para cogerla de la mano y guiarla hasta donde estaba sentado. Un pestilente olor a orín de gato me atizo tan fuerte que casi vomito allí mismo. Por mi cabeza pasó la idea de abortar la misión, que tremendo engendro no podía resultar en nada beneficioso para mi culebrilla.
- Hola Eleanor, es un placer conocerte, yo soy Koll. He de decirte que en persona eres muchísimo más guapa de lo que se veía en las fotografías. - Mentí descaradamente.
- Gracias Koll, por lo que veo ... - que imagino que será más bien poco, pensé - ... tú tampoco estás nada mal. ¿A dónde te apetece ir?
- Creo que no vives lejos de aquí, ¿no?, ¿Por qué no encargamos un pollo y nos vamos a tu casa y cenamos en la intimidad? Puedo, además, comprar un par de botellas de vino en el bazar que hay aquí cerca.
- Por mi, genial. He preparado todo por si acabamos la noche... bueno... ya sabes... en mi piso.
Compramos un pollo entero y unas botellas de vino. Por supuesto, pagamos a medias, algo esperable en la sociedad en la que vivimos, y nos dirigimos hacia su piso. Por el camino intentaba, sinceramente, hacer de tripas corazón. No sabía que podía esperarme en el piso de Eleanor, pero bueno, era una tía, y estas son siempre ordenadas y limpias, por lo cual no era bueno juzgar un libro por su portada. Además, esos dos increíbles senos que rebotaban a cada paso que daba me estaban poniendo a mil, deseoso de estrujarlos y poner mi cara entre medio de ellos.
Cuando entramos por la puerta en su piso descubrí que esta noche iba a ser mucho más larga y compleja de lo que había imaginado. Un gordo felino marrón acudió corriendo hacia nosotros nada más entrar, seguido por otros 2 más igual de gordos pero de distintos colores. El gato se me quedó mirando fijamente, me bufo y se lanzó sobre su dueña para que esta le cogiera en brazos.
- Lo siento Koll, Michi suele ser muy amable con los desconocidos, no se que le ha pasado
- Es solo que tiene que conocerme, ¿verdad Michi?.... - Mi intención era acariciar al maldito gato mientras decía estas palabras, pero, el muy hijo de mala gata soltó un zarpazo al aire contra mi mano.
- ¡Michi!, ¡no!, ¡gato malo!. Tienes razón Koll, es darle un poco de tiempo para que se acostumbre a ti.
Entre los dos nos preparamos para la cena, mientras habríamos una botella de vino tras otra. He de reconocer que bebí en exceso, pero era la única forma de que se marchara ese nauseabundo olor a orín de gato que inundaba todo el piso. De hecho, tras la tercera botella, ya me dio igual que los 3 gatos se subieran a la mesa a terminar con los restos de pollo que habíamos dejado de la cena.
La charla que mantuvimos durante la cena fue bastante agradable, o eso creo. Yo no me limitaba más que a asentir cuando captaba algunas de sus palabras al vuelo. He de decir que sus tetas me tenían cautivado ya que, antes de sentarnos a cenar, decidió quitarse el horrible suéter rojo, dejando ver una musculosa blanca bastante escotada que retuvo mi mirada durante toda la cena.
Terminada la cena, como caballero que soy, me dispuse a levantar los platos, fue en esos momentos cuando Eleanor se abalanzo sobre mi, me empezo a besar en los labios con tanta intensidad que debido a la cantidad de alcohol que yo había tomado casi me hace caerme al suelo. Era incapaz de liberarme de su apasionado abrazo, además que sus senos se estrujaban fuertemente contra mi torso, lo que me excito tanto que, en vez de resistirme, me deje llevar.
Nos desvestimos rápidamente en el salón mientras la pasión afloraba entre nosotros, nuestros labios prácticamente estaban pegados, incapaces de ser separados aunque tuviéramos que quitarnos una prenda. De hecho, creo que le desgarre la musculosa con tal de liberar esos dos portentos que tenía en su pecho. Ella se inclinó sobre el sofá tras quitarse las bragas, me invitó a que me tumbara sobre ella, mientras sostenía mi miembro con sus manos para conducirlo hábilmente entre sus piernas.
Y justo en el momento que ya estaba por mojar el churro, el maldito Michi se abalanzó sobre mi, trepó sobre mi espalda desnuda clavando sus garras y provocando que yo pronunciara tal alarido que no se aun como los vecinos no acabaron llamando a la policía asustados.
Ante las frustración, le solté tal guantazo al animal que lo estampe contra la pared del fondo. Esto provocó la furia de Eleanor, la cual me empujo con sus piernas para que me quitara de encima de ella, con tanta fuerza que perdí el equilibrio y me golpeé en la pared.
Empezó a insultarme, a gritarme, cogió mi ropa y la lanzó por la puerta de la entrada al rellano, obligándome a salir para que no volviera nunca.
Y así es como, desnudo completamente y en el rellano, terminé mi cita con Eleanor. Un auténtico desastre se mire como se mire ya que me quede tan cerca de llegar a mi objetivo, de poder satisfacer plenamente a una mujer, pero, por culpa de un maldito gato, todo se vino al traste.
Diario de Koll
20 de Junio del 2020

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50 sombras de Koll
RandomEn esta ocasion profundizaremos en el mundo del misogino Koll, que, a traves de Tinder y sus 50 aventuras sexuales