¡Carajo! Al parecer ese tipo estaba loco, estaba aquí nuevamente, se deslizó por la habitación, intentando no hacer ruido, mi corazón martillando contra mi pecho, me acerque sigilosamente a él, mis manos temblaban mientras lo empujaba fuera de mi habitación, —lo siento— susurré, tratando de ocultar el nerviosismo en mi voz. Cada susurro de viento parecía llevar consigo el eco de su desesperación mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas, al dejarlo fuera, cerré las ventanillas con cuidado, sintiendo el eco de su voz diciendo una y otra vez lo que ya había escuchado antes. Recorrí la cortina que obstruía nuestras miradas, sus ojos brillaban con una intensidad única, como estrellas titilantes, como aquellas que había esa noche.
—¨Alex¨ murmuró, sé que parezco un loco o algo así, y que nuestro último encuentro fue muy breve, pero por favor prométeme que volveremos a vernos, eres muy nuevo por aquí, y quizá podríamos recorrer la ciudad y tener grandes aventuras, desde que te vi, no puedo dejar de pensar en tu sonrisa y en esa mirada única que te caracteriza, quizá noche tras noche, podría volver aquí, haré lo mismo hasta convencerte.
—Te busco al amanecer— Dije convencido mientras cerraba la cortina de la ventana para hacerlo bajar y que todo esto terminara.
—Si no lo haces, ten por seguro que vendré. Prometió antes de desaparecer entre ramas y oscuridad.
Volví a quedarme solo en mi habitación, confundido por todo, pero convencido de que aquello que florecía entre nosotros se desvanecía, eclipsado por las mil y un razones que me impedían a ceder. Respiré profundamente, preparándome para la tormenta emocional que se avecinaba. A veces, amar es confuso.
Con la puerta cerrada a mis espaldas, me enfrenté a la inevitable confrontación, al amanecer desperté con el eco y la confusión de la fiesta aún resonando en mi cabeza, la luz del sol filtrándose a través de las cortinas. Bostecé mientras me sentaba en el borde de la cama, tratando de recordar cada detalle, la risa, la música atronadora, y en medio de todo, estaba él. Después de estiramientos raros me puse de pie, caminé por la sala desordenada, tropezando con vasos vacíos y confeti esparcido. La resaca emocional rivalizaba con la física mientras recordaba cada palabra dicha en la madrugada.
En la cocina, encontré a Joaquin, mirando fijamente una taza de café como si buscara respuestas en sus remolinos oscuros. La tensión flotaba en el aire, y la habitación parecía encogerse con la incomodidad, las palabras parecían suspendidas en el aire, esperando a ser pronunciadas o tragadas en un abismo de malentendidos. Finalmente, rompió el silencio, —lo siento— murmuró, una disculpa con lo único que necesitábamos ambos. Todo después de la fiesta se convirtió en un laberinto de emociones y palabras no dichas. Ambos, atrapados en la jaula del orgullo y heridas, luchamos por encontrar una salida que nos llevará de nuevo a la complicidad que compartimos, de manera sutil subió el volumen de su celular reproduciendo una tontería de canción, no pude evitarlo, ni él, así que con solo mirarnos soltamos una carcajada.
—Mira la hora, Marcos nos va a matar—Dijo después de la risa.
—No he dormido nada, la fiesta estuvo muy buena—dije después de él.
—Fiesta a la que no fui invitado— respondió con cierta incomodidad.
Fue entonces que entendí, él nunca estuvo presente, no es que no lo haya visto, simplemente no estuvo en la fiesta, tuve la curiosidad de preguntarle dónde había pasado la noche y a qué hora había llegado a casa pero, preferí evitar también sus preguntas.
—Tienes idea de porque hay decenas de condones tirados en mi cuarto–Preguntó disimulando enojo.
— Ni idea, pero me suena a que fue una gran noche —respondí mientras me preparaba un café.
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ANTES DE QUE SEA TARDE
Ficção AdolescenteMe tiró al suelo cerrando los ojos para retornar a aquel lugar en donde le vería por primera vez, parado justo al otro lado de la carretera mirándome con esmero, camiseta roja, lentes de sol y mucha piel al descubierto...