02| ESE CHICO, MI ÚNICA OPCIÓN
Emma
Siento que algo vibra en el bolsillo de mí cazadora deportiva, aún con los ojos cerrados paso mi mano derecha por la nuca para quitar el entumecimiento de mi cuello, estiro las piernas y arqueo la espalda desperezándome.
Abro los ojos al escuchar que el molesto teléfono sigue vibrando en mi bolsillo y levanto la vista al techo, mirando alrededor de la habitación.
Aún sigo en el suelo. Y ahora con un dolor de cuello de la mierda.
Me pasó una mano por el rostro y mí mano queda teñida de negro por la máscara de pestañas.No puedo creer que haya dormido en el suelo. Oficialmente soy más patética que antes.
Apoyo la mano derecha en la mesita de noche para ayúdame a pararme. Logro estabilizarme y vuelvo a desperezarme ignorando que mí teléfono aún sigue vibrando.
Ni siquiera quiero ver mi cara en éste momento, debo parecer sacada de una película de terror o aún peor.Bajo la cremallera del bolsillo de mi cazadora y saco el teléfono que aún vibra en mis manos.
Es Ámber, que me ha llamado al menos unas dieciséis veces esta mañana.
No entiendo cual es su urgencia de mantenerme al tanto de cuantas bolsas, cuanto maquillaje o con cuantos chicos se ha acostado ayer por la noche. Pero a fin de cuentas somos amigas desde niñas y ya me he acostumbrado a que eso venga junto al paquete de Ámber y su amistad.Suspiro y tomo la llamada antes de que cuelgue.
—¡Emmy, Emmy! ¿Cómo estás? —se oye al otro lado de la línea. Hay días que su voz chillona se me hace irritante, pero es la única voz que me pone de buen humor después de una noche complicada—. ¡Adivina que pasó el viernes en la escuela!
—Hola Ámber —digo a la vez que camino unos pasos y me veo por un espejo de mano. Como sospeché, estoy hecha un completo desastre—, y por milésima vez, no me interesa lo que pase en esa estúpida escuela.
Estoy en mi último año de preparatoria y éste año debería de graduarme, pero antes de que finalice el primer semestre deje la escuela porqué… Porqué sí, no tengo excusa para eso.
Solo me harte de ese lugar y lo dejé.
Nadie en mí entorno lo sabe, bueno, excepto Ámber, pero eso no tiene mucha importancia.Ni la escuela ni las calificaciones definen quién eres para los demás, me canse de siempre dar lo mejor de mí en ese lugar y que nunca me den el merecido reconocimiento.
Al principio solo eran unas pocas veces a la semana, pero luego comencé a mentirle a mamá, siempre con una excusa diferente, los días que tenía que ir obligatoriamente pasaba de largo con mí Corvette y me quedaba en alguna cafetería lo que quedaba de la mañana hasta que llegaba la hora de regresar a casa.
Aún uso esa técnica y ella no ha sospechado nada.—No seas aguafiestas Emmy, esto te va a interesar y mucho —abro un cajón del tocador y tomo un algodón desmaquillante y le unto un poco de agua miselar para remover el maquillaje para poder eliminar cualquier rastro de que haya llorado—. ¡Alguien que conocemos regresa a la escuela!
—Pero qué interesante —me paso el algodón desmaquillante por el rostro—. ¿Quién es? —digo desinteresada.
—Ya lo sabrás —ríe al otro lado de la línea. No es una risa malvada, es más bien una risa ansiosa—. Ah, y lamento no haber podido acompañarte anoche a la carrera. Tenía algo importante que hacer.
—Sí a importante te refieres a acostarte con tú nuevo ligue, esta bien —ella ríe con fuerza y yo guardo la botella del agua miselar en el cajón y me pasó el cepillo desenredando mí negro cabello —. De todas formas agradezco que no hayas ido, podrías haberte metido en serios problemas.
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Las Carreras Del Amor ©
Ficção AdolescenteEmma Ross es una chica de 17 años que está en su último año de preparatoria. Tras el divorcio de sus padres Emma cambio todo lo que ella llegó a ser para convertirse en la sombra de lo que alguna vez fue. Para su madre ya no hay rastro de esa chica...