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7 de Octubre, 1984.

El sonido de un perro quisquilloso no paraba de sonar en toda la casa haciendo que me tuviera que levantar de mi preciada cama, tal vez nunca la estrenare como es debido.

-Ya voy, Winston... dios, ¿qué se me pasó por la cabeza al adoptar a un San bernardo?- dije mientras me levantaba de mi cama y el inicio del atardecer traspasaba mi ventana.

El perro entró a la habitación impaciente, el mismo sabía que era hora de un paseo y ver a su dueña aburrida y tirada en la cama no era algo que quería ver.

-Deja que me baño, porque así no salgo, ¿eh?- dije mientras acariciaba al perro y me dirigía al baño. -Espero que no hayas hecho algún desastre mientras estaba acostada, Winston.-

El perro solo la siguió y ladró como respuesta. Entré al baño y noté la cara que traía.

-¿Tan triste me veo?- dije mientras volvía a ver al perro, el estaba sentado en el marco de la puerta esperando a que terminará de quejarme.

Suspiré y encendí la ducha. Me metí a bañar y me lave bien el cabello con el shampoo adecuado, para que el color vino de mi cabello siguiera estable, no como yo, obvio. Me di una lavada rápida y salí del baño envuelta en mi bata. El perro me esperaba afuera del baño y al verme salir de este se levantó, me miraba atentamente como si me estuviera apurando para salir, si alguien me dijera que era mi madre reencarnada me lo creería.

-Te pareces a mamá y ni la conoces, lo malo es que esta navidad vienen a cenar.- dije mientras me dirigía a la habitación en busca de ropa y el perro todavía me seguía.

Al llegar decidí ponerme algo casual, iba a sacar a Winston a caminar, no a modelar, además, ya tengo vida resuelta o eso creo. Agarré una camisa vieja de Black Sabbath ya algo desteñida por el uso, unos jeans cualquiera del siglo antes de cristo y unos tenis, ya que con botas jamás iba a salir.

-Te gusta este conjunto "madre soltera de un perro." Winston?- dije enseñándole las prendas que me había puesto al San bernardo.

El solo respondió con la mirada y se fue directo a la sala a esperar.

-Amargado.- dije mientras me cepillaba algun que otro nudo del pelo.

Obviamente me lavé los dientes, ¿quien sabe si me encuentro a un cazatalentos y me dice que mi único talento es mi aliento a muerto?

-Ya vamonos, Winston.- dije mientras me colocaba una chaqueta para salir.

-¿Winston?- dije asomandome a la sala para ver al perro acostada boca arriba en la nueva alfombra que me habían regalado mis compañeros de arquitectura.

-Lo único que necesitas es a alguien que te entienda, pero como yo no tengo a nadie que tampoco me entienda, entonces nos jodimos los dos.- dije mientras agarraba las llaves del comedor. -Ándale, ya vamonos.- dije mientras le hacía señas al perro para irnos.

Noté que este no se movía, entonces decidí usar la misma técnica de siempre. Agite las llaves para que estas chocarán entre sí y generarán un sonido. Winston al percatarse de este llamativo sonido corrió hacia la puerta donde me encontraba, este se encontraba muy feliz aunque lo hacíamos dos veces por semana.

-Si tu no maduras, yo tampoco.- dije mientras le colocaba la correa al San Bernardo.

Al cabo de un rato por fin pude colocarle la correa, nunca se queda quieto y las veces que se a escapado terminan mal.

Abrí la puerta principal haciendo que Winston saliera disparado para afuera, gracias a la correa no se fue muy lejos, este se quedó esperando a que cerrará la puerta para por fin irnos a dar ese tan esperado paseo que tanto a esperado el pobre.

-Si te llegas a escapar y acaba bien te juro que saldremos más seguido.- dije en forma de broma mientras salíamos del edificio de apartamentos.

Este me volvió a ver muy ilusionado, fue como si me entendiera o tal vez el vino de anoche todavía hace efecto.

-¿De paseo otra vez, Ellie?- dijo Mia, Mia es la que limpiaba la entrada al edificio.

-Es muy insistente.- dije mientras pasábamos al lado de esta.

-Bueno, ten cuidado, ¿okay?- dijo Mia mientras guardaba sus cosas de limpieza en el armario.

-Lo tendremos en cuenta, gracias.- dije mientras salíamos a las aceras de la bella ciudad de San Francisco.

Bonita ciudad, bares en cada esquina diría yo, pero ya me estoy acostumbrando. Distintas bandas tocaban cada noche, entonces siempre había música sonando por donde vivía.

-Disculpe...- dijo una dulce voz atrás de mi.

Me di la vuelta y vi a una niña acompañada de sus padres. Como siempre el universo dándome señales que ni el mismo entiende.

-¿Si?- respondí amablemente.

-¿Podría acariciar a su perro?- dijo la niña haciendo que mi corazón se derritiera.

-Claro, con mucho gusto.- dije mientras le hacía señas a Winston para que se acercara.

La niña felizmente lo acariciaba. En cambio, yo por el rabillo del ojo veía como sus padres la observaban con mucho cariño en sus ojos.

Si esta niña supiera lo que sus padres hicieron aquella noche, dios, ni me lo quiero imaginar, prefiero vivir lo.

-¿Como se llama?- dijo la niña interrumpiendo mis sucios pensamientos.

-Winston.- dije mientras volvía al presente y dejaba mi ilusión atrás.

-Que lindo nombre.- dijo la niña entre sonrisas.

-Gracias.- dije amablemente a su respuesta.

-Bueno, nos tenemos que ir, Sophie dile a Winston hasta luego, ¿okay?- dijo la madre haciendo que la niña parara de acariciar al perro.

-Hasta luego, Winston.- dijo la niña y volvió a caminar con sus padres.

Winston y yo también volvimos a nuestro paseo.

-Que se siente saber que sos al único que le dicen "Hasta luego."- le dije al perro como si me escuchara.

El solo volvió a ver y seguimos nuestro camino, hasta que solo levanto la vista un segundo para ver el cielo y siento como Winston se había escapado, otra vez.

-¡WINSTON!- dije mientras empezaba a correr detrás de él, tratando de esquivar a las personas.

Winston es buen perro, pero esta vez se metió al patio de una casa. Para mi suerte había un pastor alemán ladrandole a Winston, el como buen perro también lo hizo.

-¡Winston! ¡Sal de ahí o te lleva la perrera!- dije mientras lo regañaba desde el otro lado de la valla.

No me escuchó, estaba claro. Salté la valla. Intenté calmarlo lo más rápido posible hasta que levanto la vista y veo como un grupo de 4 chicos salen a ver que putas esta pasando en su patio.

Una denuncia no me vendría mal, la verdad.

Dogs ; James Hetfield.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora