𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄: 𝑼𝑵... 𝑻𝑹𝑨𝑩𝑨𝑱𝑶 𝑬𝑺𝑷𝑬𝑪𝑰𝑨𝑳

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Me encontraba tranquilamente charlando sobre el encargo que tuvimos la semana pasada con mi buen amigo Adri, cuando inesperadamente, alguien grita mi nombre.

- ¡Elizabeth Toriunt! ¡Reportate al castillo inmediatamente! - Exclamó uno de mis superiores.

Me quedé quieta por unos segundos intentando darme cuenta de lo que acababa de pasar e intentando imaginar que era lo que iba a suceder próximamente.

Me dirigí velozmente al palacio y al llegar, la reina y la princesa se encontraban esperando me allí. La reina estaba espléndidamente vestida con un bello vestido largo color ciruela apagado, la corona real y un reluciente collar de perlas. En cambio, la princesa lucía su iconico vestido morado brillante junto con un collar con gemas que hacían juego con aquel vestido.

- Elizabeth Toriunt, es un placer volvernos a encontrar. - expresó la reina.

Inmediatamente hice una reverencia en señal de respeto y saludo a la reina. - El placer es mío, su majestad.

- ¡Eli! ¿Cómo has estado? - preguntó la princesa de manera entusiasta.

- Ahora no es tiempo de empezar una conversación informal, querida. - dijo la reina, mirando a la joven heredera. Luego de unos cortos segundos, volvió a dirigir su mirada hacía mí. - Yo y el Rey Artemis Karentiegh tenemos un pedido especial para usted, señorita Toriunt. - Recitó la monarca. - Solicitamos que usted sea la guardaespaldas de nuestra hija, Violet. Ella nos ha contado sobre usted y sus habilidades y confíamos este puesto a usted ya que fue elegida directamente por la princesa.

- ¿Qué te parece, Eli? - consultó la niña de ojos brillantes.

- Sería un honor. - respondí. - Aceptaré el cargo con responsabilidad y placer, su majestad. - Me arrodillé delante de ellas, haciendo, nuevamente, una reverencia.

- Espléndido. - habló la reina. - Te esperaremos mañana cuando el sol empiece a salir, aquí mismo.

- Entendido. - dije.

- Puede retirarse.

Luego de oir eso, me marché en silencio.

Al día siguiente, me presenté en el lugar y tiempo indicado. Para mi sorpresa, no solo acababan de llegar, sino, que mejor dicho, ella acababa de llegar.
Y sí, era ella. Violet Karentiegh. Aquella bella princesa y heredera del pueblo, con reluciente sonrisa, como siempre, me recibió.

- ¡Hola Eli! ¡Llegaste temprano! Creí que ibas a tardar más.

- No, señorita. Sería una falta de respeto para usted hacerla esperar.

- Deja de llamarme por usted. - Dijo sonriendo. - No soy tan mayor. Dime por mí nombre, tienes mi permiso.

- Pero...

- Sin peros, Eli.

- Si, em... Princesa Violet. - Hablé junto con una reverencia. Por si se lo preguntan, sí, siempre hago muchas reverencias cuando estoy cerca o con mis superiores.

- Solo Violet estaría bien.

- Esta bien, Violet.

- Bueno, cambiando de tema, hoy no hay muchas cosas que hacer y... ¡Ah! ¡Olvidé decirte! Tendrás que mudarte al palacio para que estes diariamente conmigo. - Exclamó, emocionada. Yo, en cambio, estaba sorprendida, eso era que no esperaba, pero no me quejaba. Dejar mi vieja choza para irme a vivir con la realeza en un palacio, ciertamente era algo soñado.

- Entendido, señorita Violet... Digo... Violet.

Luego de esa breve charla, nos dirigimos al palacio. Específicamente, a la habitación de la princesa Karentiegh.

Un sueño con la realeza (GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora