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19 de diciembre del 2014

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19 de diciembre del 2014

12 años, Amelie.

Estados Unidos era un gran lugar, pero Amelie estaba vacía. Estaba en la casa de su madre, quien luego del divorcio decidió mudarse a dos calles de donde actualmente vive Amelie con su hermano, su padre, y su abuela paterna. Su madre se encontraba en pareja, con un político de bajo nivel, y estaba tan desquiciado como su progenitora. Ambos cegados por la ambición. Eric, el padre de la chica, fue directo al juzgado para pelear por la tenencia de los niños, donde salió triunfante. Los días de semana, tanto Leonardo como Amelie, debían pasarlos con su padre, y los fines de semana pertenecían a la madre. Amelie, era la única que pasaba los fines de semana con su madre. Su hermano, Leonardo, al ser más grande y consciente, evitaba a toda costa a la mujer.

Amelie, se encontraba bajo la atenta mirada de su madre en la sala de estar. Tenía un violín en sus brazos. Temblorosa, con el llanto reprimido y una opresión en el pecho comenzó a tocar cuidadosamente una sonata de Beethoven. Sus dedos paseaban sobre el diapasón de manera inconsciente, como si su propósito en la vida hubiese sido tocar aquella hermosa melodía. Notas que memorizó hace menos de una semana. El arco del violín resonaba y desprendía unas perfectas entonaciones. Fue entonces, cuando su mente le jugó por octava vez una mala pasada, su dedo índice tocó una cuerda equivocada, y una desentonación llegó a sus oídos. Ahí va, otra vez.

– Niña inservible, no puedes controlar un maldito dedo. ¡Tu mano, ahora! - exclamó su madre furiosa. Amelie tomando una calada profunda de aire, bajó su mano frente a su madre. Un fuerte ardor sintió en ella. Su madre y la maldita vara que tanto la torturaba.

– Luego llora y se pregunta por qué nadie la quiere. - comentó con una risa malévola el novio de su madre- debería darte vergüenza la poca cosa que eres, igual que tu padre.

Amelie solo quería desaparecer en ese momento. Extrañaba estar en su casa, lejos de su madre. Extrañaba a su padre, a su hermano, a su abuela, pero aún más a Miko, su amiga de la infancia. Siempre tuvo presente a Victoria, con la esperanza de que la buscará y aparecerá frente a ella. Amelie vivió encerrada toda su vida, escasas veces salía a la calle. Odiaba salir de la estancia de su padre, cada vez que salía de allí era solo para ir a su propio infierno, la casa de Bárbara.

 Odiaba salir de la estancia de su padre, cada vez que salía de allí era solo para ir a su propio infierno, la casa de Bárbara

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Take me close | young mikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora