CAPÍTULO NUEVE

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AFUERA EN el patio principal del pueblo, donde había una enorme fuente en caliza, los olores de los alimentos cocidos y la suave brisa veraniega me hicieron sentir mejor de lo que me había sentido en el hogar del semel de Feran. Jamás volvería a entrar en la fortaleza y tampoco quería que los demás lo hicieran. Estaba maldita y no podía quitarme de encima ese sentimiento. También quería saber qué había pasado exactamente, pero Hoseok me lo estaba poniendo difícil.

—Luego te lo cuento —dijo, arrastrándome detrás de él.

—¡Me lo contarás ahora! —vociferé.

—Ahora mismo tenemos que hacer demasiadas cosas, Taemin —insistió, moviéndome porque podía hacerlo, porque era más fuerte que yo.

Planté los pies en el suelo y él se detuvo de golpe. Era fuerte y medía un metro noventa, pero yo medía un metro ochenta y ocho y, aunque él era más corpulento, yo no era precisamente un hombre pequeño.

—¿Qué carajo pasó con Net? Dímelo ya —le ordené, intentando no perder los estribos.

No habló.

—¿Viajaste solo con él?

—Sí.

Apreté los puños.

—Jamás, nunca más, irás a ningún lugar sin mí. ¿Entendiste?

—Yo...

—¿Entendiste? —pronuncié lentamente.

Asintió deprisa, con una pequeña sonrisa en la comisura de los labios y un leve sonrojo en las mejillas. Lo complacido que se veía disipó mi ira.

—Estabas preocupado.

—¡Estaba aterrorizado! Se mostró divertido.

—No presumas.

—De acuerdo —se burló de mí. Me veía gruñéndole muchísimo.

Habló después de unos segundos, cuando yo estaba más tranquilo:

—¿Así que jamás volveremos a separarnos?

—No sé —dije, pensativamente—. Quizá puedas ir a visitar a Jungkook. Ya veremos. Si te dejo ir, será solo a lugares en los que confíe sin reservas o con personas que...

—¿Por qué?

—¿Qué quieres decir con "por qué"?

—¿Por qué es esto tan importante para ti?

—¿Qué? ¿Tu seguridad?

—Sí.

—Porque eres mío.

—¿Eso es todo?

—¿Eso es todo? —Me indigné. Él se giró para mirarme, invadiendo mi espacio personal, justo allí, llenando mi campo visual—. ¿Eso es todo?

¿Qué más podría haber?

—¿Por qué, Taemin?

—Eres mi alma gemela, eres mi... mi...

—Taemin —dijo con voz ronca y baja, deslizando sus dedos por mi mandíbula y acariciando después mi mejilla—. Dime.

—Acabo de desnudar mi alma minutos atrás y...

—Taemin.

—¿Qué quieres escuchar? ¿Qué? Yo no...

—Estás todo nervioso —ronroneó, mientras deslizaba su mano hasta mi nuca, acercándome para besarme.

Todos los demás siempre me pedían permiso. Incluso Jackson, que decía estar enamorado de mí, siempre pedía permiso. Hoseok no preguntaba, nunca lo había hecho. Él se basaba en la suposición de que yo quería sus manos en mi cuerpo y jamás dudaba de sí mismo. Él no me trataba como a alguien especial, sino como al hombre que amaba. Yo no sabía que fuera a gustarme tanto que me atacara fuera de nuestra habitación.

Destino 4 -  Saga CambiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora