CAPÍTULO DIEZ

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ERA TARDE pero yo estaba inspirado. Me senté a cenar con los demás fuera del hospital de campaña, en el patio de Hainan, y llamé a Hai Kuan. El menthu recién nombrado estuvo totalmente de acuerdo conmigo en que Kabore era perfecto para la posición de maahes, y después me advirtió que a Jeon Jungkook no le había hecho ninguna gracia llegar y descubrir que su alma gemela ya no estaba en la villa.

—¿Cómo de enojado estaba, en una escala del uno al diez?

—Quince, mi señor —dijo Hai Kuan inexpresivamente.

Emití un sonido de protesta.

—¿Ya salió?

—Sí, mi señor.

—¿Quién lo acompaña?

—Su sylvan.

—¿Su maahes no vino con él?

—Ella vino con él, pero se quedó en la villa con Yoon Gi.

—Yusuke Narae, la princesa de la tribu de Sun, ¿se quedó con mi maahes?

—Sí.

—Voy a nombrar a Kabore mi nuevo maahes cuando regrese.

—Esas son excelentes noticias, mi señor. Por la manera en la que la maahes saludó a Min Yoon Gi, sospecho que querrá llevárselo con ella.

—No paraba de manosearlo, ¿eh?

Hai Kuan carraspeó.

—Así es, mi señor.

Terminé la llamada y guardé el teléfono vía satélite, apoyándome en Hoseok, que estaba sentado a mi lado. Podíamos ver a Jimin y a Jackson al otro lado del patio, reunidos con los dos djehus, el de los peq y el de los shen. Tenía sentido que estuvieran reunidos con el reah, y que este mediara en su conversación. Había pensado sentarme con ellos, pero Alana había traído comida para mí y para Hoseok, y cuando la yareah de una tribu te sirve, tienes que sentarte a comer.

Tian dormitaba con la cabeza sobre sus brazos cruzados. Rahim, sentado entre Tian y Kabore, tenía la suya apoyada en un puño mientras picoteaba la comida con la mano libre. Kabore comía tranquilamente a su lado.

—Rahim.

—¿Mi señor? —Sonaba exhausto; todos lo estaban.

—Le notifiqué a Hai Kuan, que estuvo de acuerdo conmigo, que serás el nuevo phocal de los Shu.

—Gracias por este honor, mi señor.

—Buen trabajo, amigo. —Tian bostezó, sin levantar la cabeza.

—Cuando me vaya, estarás a cargo de la protección de Hai Kuan y de los demás.

—Sí, por supuesto, mi... ¿Adónde va?

—Hoseok y yo vamos a visitar a todas las tribus del mundo.

—¿Disculpe?

—Supongo que más de una a la vez, obviamente estado por estado. No sé. Aún debemos sentarnos a planificar.

Hoseok se rio, bajando la mano de la mesa para ponerla en mi muslo.

Él estaba herido, yo estaba herido, pero estábamos más magullados que rotos. Yo solo quería encontrar un lugar tranquilo para besarlo.

—¿De qué estás hablando? —se quejó Tian, levantando la cabeza.

—Después te cuento. ¿Por qué no se van acostando?

Al instante, todos comenzaron a protestar señalando a Jimin; incluso Rahim, que acababa de conocerlo justo esta mañana.

—Entonces, ¿nadie se preocupa por mí? —me quejé, mirándolos.

Destino 4 -  Saga CambiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora