En medio de un entorno turbulento y silenciosos secretos se encuentran Jungkook, en el poder de una familia enigmática y Jimin, un joven artista con un corazón repleto de palabras no pronunciadas. A pesar de ser privado de su voz a causa de un traum...
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El color azul resbalaba juntándose con los colores lila y rosa, el pincel hacía líneas rectas y trazaba un horizonte tan lejano pero de esos que en un atardecer todos se preguntaban cómo le hacía el sol para ocultarse bajo el agua. Jimin no era la excepción y se lo había preguntado varias veces mientras lo dibujaba una y otra vez con Dear no One de Tori Kelly de fondo. Imaginaba cómo podía ser incluso la vida si tuviera una canción para cada momento.
Una tan perfecta como la que se reproducía en sus audífonos..
Le seguía la inmensidad del mar y los rayos naranjas y amarillos mezclándose con el agua. Cada que dibujaba se transportaba a un momento en específico de su vida, podía estar absorto y viajar entre papeles, acuarelas y grafito.
Ahora podía escuchar el acompañamiento de las olas junto a I Wonder, una canción de Shawn Méndez que su aleatorio le puso. Sonrió.
Cerró los ojos y quiso gritar a todo pulmón pero en su lugar articulaba con sus labios y ponía caras dramáticas imaginando que esa era su voz ,que así de bien se escucharía.
Dibujó la silueta oscura de las montañas a la distancia y dió cortos toquesitos con blanco mientras garabateaba nubes.
—Jimin... —su mamá abrió su puerta de imprevisto, pero la música en sus auriculares era muy alta como para escucharla.
Así que ella caminó, el repiqueteo de sus tacones en la madera del piso de su habitación hizo eco, sin embargo Park estaba absorto en las dulces melodías y su imaginación que no paraba de crear.
La mujer le sacó los auriculares de casco y Jimin en seguida abrió los ojos y la miró un poco asustado.
—¿Has olvidado qué hora es?
Jimin miró el reloj en su celular y abrió la boca. Tan rápido había pasado el tiempo. Había perdido el cálculo de cuántas canciones sonaban en su cabeza como acostumbraba a hacer para medir el tiempo
—Exacto. Tienes clases que impartir a un niño que conseguí para ti. ¡Ah! Es que no sé por qué eres tan irresponsable. ¿Piensas que dibujando todo el tiempo te vas a ganar la vida?
Arrojó algunos lápices al suelo y él se encogió de hombros.
Frunció el ceño y se agachó a recogerlos. Estaba enojado, mucho. Siempre le decía lo mismo y no hacía más que obligarlo a trabajar aquí y allá como si fuese un idiota que no entendía nada, como a un autista.
Él se creía capaz de hacer todo lo que una persona común y corriente haría pero ella simplemente no le dejaba. Su voz no la resistía, no era agradable como las que escuchaba en la música. Ojalá y su voz fuera atercipelada y ese entrecejo fruncido desapareciera. Se levantó y organizó sus cosas resongando un poco.
"Que sepas que de la pintura estoy viviendo"
Le manoteó en lenguaje de señas.
—¿Encima me vas a contestar? Cuándo yo te lo doy todo. ¡Hasta te pagué una escuela de arte!
