Capítulo 4 [Buena esposa, buena madre]

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Adv: violencia sexual breve.
(Jose sáltate la ultima parte del capítulo si lo lees)

Aquel encuentro había sido de lo más extraño. Resulta que ahora debía ser... «¡¿Madre?! ¿¡Pero qué mierda estaba pasando aquí!?» fueron los pensamientos del joven ruso, quién se encontraba agobiado por toda esta confusa situación.

Jamás llegó a imaginar que aquel hombre tan imponente y vil pudiese llegar a tener una hija. Y además, por lo que esta le había contado, él no era la primera "Madre sustituta" que él Uchiha traía a casa.
La pequeña Sarada se veía irritada con respecto el tema, por lo que la cantidad de féminas traídas a aquella casa debió ser mayor.

—Naruto-sama.— le llamó la joven Hinata, sacándolo de sus pensamientos. El Namikaze dirigió su mirada a esta confundido, puesto a que estaba dudoso de lo que debería hacer a continuación. —Le pido por favor que me acompañe a su habitación. Veo que no lleva las prendas tradicionales que Uchiha-sama solicitó, le pido por favor que acate su orden y se las ponga.— pidió muy respetuosamente. Sin embargo Naruto frunció el ceño disgustado.

—Le informo, señorita Hinata, que me niego rotundamente a ponerme tales prendas.— enunció dándole la espalda y cruzando los brazos de forma caprichosa. —Como habrá notado, esas son vestimentas femeninas, y por si no se ha dado cuenta yo soy un hombre.— expresó, haciendo énfasis en su sexo al final.

La Hyūga tragó duro y evadió con la mirada el rostro fastidiado del Namikaze.

—L-Lo tengo muy claro Naruto-sama... Pe-pero han sido ordenes de el amo... s-si no las cumple tanto usted como yo conseguiremos una reprimenda.— le clarificó con una voz temblorosa y mucho más nerviosa.

Naruto hizo un mohín.

—Me importa una reverenda mierda lo que ese bastardo haga... No te preocupes por él, no dejaré que te haga nada. Es únicamente asunto mío.

Hinata ahogó un pequeño grito al escuchar la vulgar y atrevida forma de hablar del contrario. En su cultura no era permitido ni mucho menos bien visto hablar de forma tan salvaje, más aún si con estas palabras te referías a tu superior. Sin embargo la joven no dijo nada y se resignó a señalarle al joven rubio lo que debería hacer a continuación.

—La señorita Sarada lo espera en la sala de caligrafía.— dijo sin más.

Naruto arqueó una ceja confundido, dándole a entender su ignorancia a la Hyūga.

—Como progenitora, usted debe desempeñar su papel de dama del general y enseñarle a su hija las costumbres que debe tener una buena mujer japonesa.— explicó nerviosa.

Naruto sintió como su ojo izquierdo brincaba de estrés.

—¡¡¡No soy una mujer!!!— exclamó ya totalmente hastiado de su situación.

La joven se tapó los oídos y tembló en su lugar.

—Por favor le imploro que no levante la voz.— solicitó esta apenada.

El rubio suspiró al ver el estado de su sirvienta.

—Está bien— cedió.— muéstrame dónde es.

La joven japonesa asintió y caminó fuera del comedor hasta llegar a una habitación tras el pasillo. Se mantuvo de pie frente a la puerta corrediza y Naruto intuyó que esta esperaba que él entrara.
Deslizó la puerta sin mucho cuidado, encontrándose frente a él a Sarada, quien, sentada, practicaba caligrafía entre varios pergaminos y le dedicaba una mirada fastidiada en cuanto le vio entrar. El de cabellos rubios la miró amargamente ya cansado de toda la situación.

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⏰ Última actualización: Dec 16, 2023 ⏰

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