una de tantas locuras

9 1 0
                                    

Éramos tiernos, y perversos a la vez, nos gustaba la adrenalina del momento, esos juegos tontos, en público, esos roces que provocaba al otro..
Nos encontrabamos en la playa, con nuestras familias, sentados todos en la mesa esperando para comer, mientras que yo hablaba con tus padres, y a ti se te ocurrió la brillante idea de bajar tu mano hacia mi muslo, y empezar a acariciarlo suave y lentamente, mientras que yo me sonrojaba de la pena y seguía en la charla con tu madre, pero no paraste, seguías con ese juego tonto, solo para provocarme, para calentarme, y subías la mano hasta llegar a mi punto débil, y seguir con el roce, y yo me sonrojaba más y más hasta llegar al punto parecerme a un tomate, y lo único que se me ocurría hacer en ese momento era mirarte, y tú me regresabas la mirada con una puta sonrisa coqueta que me hacía sentir un fuerte escalofrío, y no me aguante más y baje mi mano hacia tu muslo para ver si te causaba el mismo escalofrío que tú me estabas haciendo sentir, y lo que cause fue que aumentarás el movimiento de tus manos, y yo brinque del susto, todos me miraron pero no sé dieron cuenta de lo que estaba pasando. Subí mis manos hasta llegar a tus partes y ver qué rápido te sonrojabas y me mirabas, y me reí al ver esa reacción y pos no me conforme y seguí tocandote hasta q decidiste pararte y dejarme con muchísimas ganas de más, solo por ver mi cara de desilución.. :)

Cartas que nunca llegaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora