La música feliz puesta de alarma no garantizaba un feliz despertar. Souya aún tenía sueño, dejó que sus uñas rascaran sus brazos y rostro, cada mañana pasaba por esa picazón automática en su piel.
Bostezó, se estiró un poco estando de pie, y deseó que fuese cualquier día, menos el lunes. Compartía con la humanidad el desprecio al inicio de la semana productiva. Todos sus gestos insinuaban pereza y que estaría muy de malas hasta el medio día, y aún así Souya comenzó a sentirse mejor cuando salió de la ducha fría y estuvo uniformado.
La cocina fue su siguiente lugar favorito, en donde cocinó lo necesario para el desayuno. Uno para él, y el segundo para su "novio".
Papá se marchaba más temprano al trabajo, mamá despertaba un poquito tarde, mientras los gemelos estaban en edad para ir a la escuela y hacer las cosas por su cuenta. De vez en cuando, la madre preparaba desayunos para ellos, después de todo, ella era la encargada de alimentarlos en el almuerzo y cena.
El chico acomodó los dos toppers en su lonchera, se le veía orgulloso al finalizar cada comida preparada por sus manos. Siempre oía a sus compañeros de clase quejarse de no saber cocinar, eso sin dudar le ayudaba con su ego y a diferenciarse del resto.
—Buenos días hermanito querido— Nahoya se había dormido con el uniforme puesto, y lo traía ya hecho un desastre.—¿Ya estás listo? ¿Nos vamos?
—¿Piensas ir así de arrugado?
—Sí, ni siquiera se nota—movió los hombros, plenamente desinteresado.
—Yo lo noto.
—Tú, pero los demás aún no.
Algo había cambiado en las rutinas de los hermanos Kawata. Souya siempre fue desordenado, entrar a su habitación era encontrarse con peluches y sábanas por dónde sea, cosas sin levantar u organizar, mientras que Nahoya tenía cada cosa en su lugar, todo muy bien aspirado, la ropa doblada y demás, hasta que se intercambiaron comportamientos y actitudes sin percatarse de ello.
Sin más vacilaciones, los gemelos emprendieron el camino hasta el colegio.
[. . .]
Había llegado temprano, para Souya era gratificante ser el primero en entrar al salón y encender las luces, acomodar su pupitre, ordenar su área de estudio, y esperar a que el día fuese de excelente conocimiento. En el fondo, él sabía la verdad, sólo quería que llegara el momento del timbre en donde tuviera la media hora de comida y poder compartir como ya venía siendo costumbre, el desayuno con su nueva persona "especial."
Estaba más que contento por la ilusión, de imaginar los elogios de Hakkai. Aprendió en un noche reflexiva, que lo suyo con el amor, era expresado en actos de servicio. Poco a poquito comenzaba a pensar constantemente en su relación, en darle la prioridad que merece pero sin ser demasiado obvio, pues no habían tocado el tema de la privacidad, cosa que Souya quería cuestionarle, para despejarse de dudas. Solía pensar que Hakkai era más apartado de él y que nada más se interesaba para cuestiones académicas y para ser más unidos con su amistad, pero, esas sólo eran ideas suyas.
Para el chico de rizos azules, su novio era demasiado tímido y desinteresado. En parte, le agradaba, pues no necesitaban contarle a todos lo suyo, mientras ellos lo supieran, estaba bien. Al final, ambos se iban conociendo, por ende, queriendo más.
Cuando lo vio llegar, una sonrisa se formó en su rostro y fue paciente, creyendo que voltearía a verle, cosa que no pasó.
—Tal vez no me vio...—apretó los labios, bajando la cabeza.
Las horas pasaron, entre teoría y práctica los jóvenes estudiantes se estaban agotando mentalmente por las avalanchas de dictado que daban los profesores, se ayudaban casi con murmullos y código Morse en los ejercicios matemáticos complicados, cómo medio de ayuda. A escondidas se pasaban los procedimientos.
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Después de clases [HakkaSou]
FanficHakkai no tenía pareja para la tarea de química, y al parecer Souya tampoco. Por una simple pregunta los dos compañeros de clase comienzan a frecuentarse con más regularidad, hasta sentir cosas que no se centran en una simple amistad.