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1945 - Versalles, Francia

La segunda guerra mundial, un evento catastrófico que se llevó la vida de millones de personas, todo por la ambición y maldad de una sola persona, Third Reich.

El era un hombre joven, tez blanco, cabello negro y ojos de color rojo, brillantes como la sangre, un rostro bien marcado, una nariz respingada, cuerpo bien marcado y delgado, con su traje militar.

Se encontraba atado, tenía puesto un bozal para que no se quitara las cuerdas y lograra escapar, al frente de el se encontraban las personas que lograron derrotarlo.

Estados Unidos, lo miraba sobre su hombro, una mirada arrogante, reflejaba superioridad.

Francia, temerosa, intentaba demostrar valentía, el rencor se notaba en su mirada, se sentía aliviada al saber que ese hombre había sido al fin capturado.

Reino Unido, neutral como siempre, no le agradaba aquel germano, sus actos le resultaban atroces e inhumanos, no quería volver a ser relacionado con el.

El germano los miraba con odio, los miraba directamente a los ojos para expresarles el nulo miedo que sentía hacia ellos, pero no fue capaz de mirar a aquel hombre, ese hombre grande, robusto y formidable, aquel hombre que fué su amigo en un pasado, y su mayor enemigo en el futuro, le daba miedo mirarlo a su único ojo, su rostro no demostraba ninguna expresión, se veía neutral solo sus ojos demostraban desprecio y asco hacia el germano, después de todo, era el el culpable de que solo tuviera un ojo, es el culpable de los traumas y sufrimiento de sus amados hijos, quería hacerlo pagar por sus actos, y quería hacerlo en ese momento.

- Third Reich, es usted culpable de la muerte de más de 17 millones de personas, en especial de la religión judía, culpable de la segunda guerra mundial, la invasión a Francia, Polonia, los países nórdicos y África. - Dijo Reino Unido.

- Por esa razón tendrá que sufrir un castigo, y el encargado de eso, será el señor URSS, el se encargará de hacerlo pagar por sus crímenes.

Aquello lo asustó de una gran manera, la Unión Soviética el encargado de hacerlo pagar?! Prefería morir en manos de Francia o pagar sus crímenes en una prisión en Inglaterra o Estados Unidos, pero quedar en las frías manos de ese hombre eslavo?! No podía creerlo.

Después de dar su veredicto, los tres aliados salieron de la habitación, dejando solos a el eslavo y el germano juntos en esa habitación.

No pudo decir nada, sintió una patada en su estómago, esa patada lo dejó sin aire y ocasionó que cayera al suelo, un puño fué lo siguiente que recibió, en el suelo lo único que podía hacer era toser mientras escupía sangre, su cabeza fué pisada por la grande y fría bota del eslavo, no podía respirar, su cuerpo estaba demasiado débil para hacer algo, solo podía retorcerse como un gusano.

- Te haré sufrir y pagar por todo lo que me hiciste, y lo que le hiciste a mis hijos, vivirás el infierno que mereces por tus crímenes maldito bastardo - Dijo el eslavo con una mirada rencorosa y superior.

Pasó un largo rato, sentía que pronto moriría por la falta de aire, se ahogaba con su propia sangre mientras sus ojos se empezaban a cerrar, al final por fin la bota fué separada de su cabeza, solo pudo tomar grandes bocanadas de aire, era como si hubiera respirado por primera vez.

El eslavo lo cargó como si fuera un costal de papas y se lo llevó a la salida, se dirigió al parqueadero donde se encontraba su auto, abrió la cajuela y metió al germano, debido a los golpes que había recibido se desmayó, por lo que fué muy fácil introducirlo a su auto.

Condujo a su casa, fué un viaje de 2 horas y media, una hermosa cabaña era lo que él llamaba "hogar" parqueó su auto y se dirigió a sacar al germano de su cajuela.

Cuando se dispuso a hacerlo, observó cómo el seguía dormido, no reaccionaba, sin darle importancia, lo agarró como si de una bolsa de basura se trataba y se fué arrastrándolo a el interior de su casa, bajó unas escaleras y lo tiró a el sótano que ya tenía preparado, un colchón viejo se encontraba para que el durmiera, era lo único que había en esa habitación, tiró al nazi a aquel colchón y salió de ahí, después se dispuso a salir de su aquel sótano, para esperar el momento en el que despierte.
















































































Pasó un día entero, al fin despertó el germano, desorientado, miró a todos lados mientras intentaba descifrar donde se encontraba, el clima era frío, no habían ventanas y solo había una puerta, para llegar a ella necesitaba subir unas escaleras, se sentía débil, observó su cuerpo, estaba lastimado por los golpes dados por parte del eslavo, escuchó la puerta abrirse y observó cómo aquel hombre robusto bajaba las escaleras para acercarse a el.

- Despertaste, es evidente que no sabe dónde está, es mi casa, este es el lugar en el que vivirás por el resto de tu miserable vida, tendrá que acostumbrarse, nunca podrá salir, escaparse no es una opción, siempre sabré donde está.

- TU MALDITO BASTARDO... Como se atreve a traerme a este lugar y dejarme en estás condicion-

Un puño fué dado en su cara, no  pudo terminar de hablar

- Debería ser más agradecido, al menos puse un lugar para que durmiera, una escoria como tú no debería siquiera ser tratado como un humano, cierra tu boca y más te vale comportarte porque estás...




































































Bajo mis órdenes~

~Bajo tus órdenes~ |• URSS-Third Reich •|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora