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—Estas demente

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—Estas demente. —corrí para adentro de la casa hacia el único lugar que podía sentir como mi "lugar seguro", el cuarto en el que duermo.

Escuchaba como los gritos de Mattheo venían atrás de mi seguramente maldiciéndome por ignorarlo e irme, no me importaba, lo único que quería hacer era estar sola ahora más que nunca.

Camine por el largo pasillo para por fin llegar al cuarto y cerrar la puerta detrás mío para estar sola lo cual no tuvo mucho éxito.

—¡¿A donde crees que vas?!—me grito mientras entraba a la que consideraba mi habitación desde hace un tiempo cerrando la puerta detrás suyo.

—Mattheo. —le solté sin más a lo que él me interrumpió.

—No, tú no lo entiendes Weasley. —se acercó tanto a mi quedando a solo unos milímetros de mi rostro.

—No quiero estar aquí. —sinceramente no tenía ganas de pelear, solo quería irme e irme tan lejos de todo y de todos.

—Tu no irás a ningún lado. —dice en un tono fuerte así como si me estuviera dando una orden o algo así.— Creo que aún no logras C O M P R E N D E R que jamás podrás irte de aquí. —dijo haciéndome sentir más deprimida de lo que estaba.

—Escucha. —me agarró del mentón— Si tú planeas salir por esa puerta, me encargaré de sellarla de madera para que no puedas. Si tú planeas cavar un ducto para irte, me encargaré que ahí se encuentre un nido de ratas para que regreses corriendo. —las lágrimas comenzaron a salirme.— Si tú piensas escapar escalando el techo, me encargaré que todos los adoquines se caigan cuando los pises para que te rompas un pie y entiendas que nunca podrás irte de aquí.

¿Por qué no me defendía? No podía defenderme. Muy dentro de mi sabía que él tenía razón. La tristeza me invadió y caí en un llanto profundo.

—Eres débil.

Mattheo sabía aprovecharse a la perfección cuando mostraba alguna debilidad y esta no era la excepción.

Al parecer el amaba que yo lo viera de esa forma, como un lobo intentando atacar a su pequeña presa. Él estaba disfrutando todo esto; estaba disfrutando mi sufrimiento.

Se desesperó con mi llanto y me lanzo un crucio al cual el dolor se sentía poco comparado con todo lo que me acababa de dar cuenta, los recuerdos se apoderaron de mi mente, las caras de las personas que anteriormente consideraba lo mejor de mi vida, eran las mismas que me habían traicionado.

Ginny, mi propia hermana me vendió.

Harry me cambio por mi hermana.

Hermione desconfió de mí y era cómplice de Ginny sin decírmelo.

Mi cuerpo reaccionó por si solo.

Azkaban • Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora