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"Limit"

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—¡Hey! Despierta imbecil ¿que mierda t pasa?

Fue lo primero que escuché al abrir mis ojos, ¿que había sido aquello? Normalmente al acostumbrarme a la soledad aprendí a aumentar mi esquizofrenia e imaginar escenarios o recordar viejos tiempos pero ESTO. ESTO era demasiado diferente.

—Mi hermana me vendió. —solté sin más, seguía exaltada por aquel sueño y ni siquiera me di cuenta de la presencia que se encontraba junto a mi.

—¿Qué? —Frunció el ceño intentando entender algo.

—G-ginny me vendió, p-por ella fue que me metieron a azkaban. —dije sin más mientras mi voz se entrecortaba cada vez más y más mientras miraba un punto fijo temblando.

—Mierda... —se sentó junto a mi— Esa mujer debe ser una jodida perra como para hacerle eso a su propia hermana. —lo dijo en tono de burla.

Entonces fue cuando caí en cuenta de la persona que estaba junto a mi. Mattheo.

—Hey no le digas as...— me interrumpió.

—¿De verdad me ibas a decir que no le dijera así?—Me vio mientras soltó una carcajada—En serio debes de ser una puta loca.

Al principio lo iba a cuestionar al escuchar eso pero caí en cuenta. Mi propia hermana me había llevado al infierno y yo estaba dispuesta a perdonarla. Una ira se empezó a desatar en mi, ¿Después de todo lo que había hecho por ella?

Mattheo se dio cuenta de esto y pude notar como me sonreía a lo lejos por primera vez.—Ven, conozco algo que te puede hacer sentir mejor. —me jalo de la muñeca para sacarme del cuarto donde dormía mientras me llevaba a un lugar.

No le tome importancia a eso pero lo que sí note es como nos veían horrorizados los mortifagos de ahí, era como si Mattheo estuviera cometiendo un pecado mortal o algo así.

Finalmente llegamos a lo que era el patio, y caí en cuenta que era casi igual como mi sueño, definitivamente era el patio con el que soñé.

Una pequeña puerta llevaba a lo que parecía ser un patio gigantesco, estaba lleno de pura vegetación sin embargo no tenía flores, y las que tenía por una obvia razón se encontraban muertas. Note que había una puerta hasta al fondo que parecía ser del calabozo mientras había dos mortifagos vigilándolo en cada esquina.

—Ya regrese a divertirme. —dijo él mientras que los guardias parecían haber entendido a la perfección lo que quería decir como una rutina diaria.

Uno de los guardas entró al calabozo y salió con un hombre que aún estaba amarrado de pies el cual se encontraba descuidado, lo recordé. Era uno de los que venía con nosotros de Azkaban.

Azkaban • Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora